AREAS CULTURALES DE MEXICO
miércoles, 28 de noviembre de 2012
CULTURAS INDIGENAS QUE PREVALECEN EN MEXICO
PUEBLOS INDIGENAS QUE PREVALECEN EN MEXICO
A continuacion se muestra un listado de estos pueblos aun existentes en Mexcico:
A continuacion se muestra un listado de estos pueblos aun existentes en Mexcico:
BAJA
CALIFORNIA
Cochimi
Cucupá
Kiliwa
Kumiai
Paipai
CAMPECHE
Jacaltecos
Kanjobales
Mam
Mayas
CHIAPAS
Aguacatecos
Choles
Lacandones
Mochos
Tojolabales
Tzeltales
Tzotziles
Zoques
CHIHUAHUA
Guajiros
Pimas
Tarahumaras
Tepehuanos
COAHUILA
Kikapues
DISTRITO FEDERAL
Matlatzinca
Nahuas
DURANGO
Huicholes
Mexicaneros
GUANAJUATO
Chichimeca
GUERRERO
Amuzgos
Mixtecos
Tlapanecos
HIDALGO
Otomies
JALISCO
Huichol
MEXICO
Matlatzincas
Mazahuas
Nahuas
Tlahuicas
MICHOACAN
Otomíes
Mazahuas
Nahuas
Purépechas
MORELOS
Nahuas
NAYARIT
Coras
Mexicaneros
Huicholes
Nahuas
Tepehuanos
OAXACA
Amuzgos
Chatinos
Chinantecos
Chochos
Chontales
Cuicatecos
Huaves
Ixcatecos
Mazatecos
Mixes
Mixtecos
Nahuas
Tacuates
Triquis
Zapotecos
Zoques
PUEBLA
Mixtecos
Nahuas
Otomíes
Popolocas
Tepehuas
Totonacas
QUERETARO
Pames
QUINTANA ROO
Jacaltecos
Kanjobales
Mam
Mayas
SAN LUIS POTOSI
Chichimecas Jonaz
Huastecos
Nahuas
Pames
SINALOA
Mayos
SONORA
Guajiros
Mayos
Seris
Papago
Pimas
Tarahumaras
Yaquis
TABASCO
Nahuas
Chontales
TAMAULIPAS
Nahuas
TLAXCALA
Nahuas
VERACRUZ
Nahuas
Popolucas
Tepehuas
Totonacas
YUCATAN
Mayas
Cochimí (Baja California Norte)
Los cochimí,
conocidos también como diegueños o laymon, se autonombran en su lengua m’ti-pa.
Ocupan las mesetas costeras de los municipios de Tecate, Tijuana y Ensenada;
sus principales núcleos de población están en las localidades de la Huerta,
Ojos Negros, Peña Blanca y español de Manteca.
Cucapá. (Baja California Norte).
Los cucapá se
autonombran es-pei, viven en las vegas del río Colorado o Hardy, al sur del
valle de Mexicali, en las localidades el mayor indígena, Pedro Cervantes,
colonia Carranza y los ejidos de Zacatecas, Durango y Nuevo León. Existen otras
dos áreas territoriales de menor importancia poblacional: una en la Poza de
Arvizu, municipio de San Luis Colorado, en Sonora y otra en las reservas de
Somerton, Estados Unidos.
Kiliwa (Baja California Norte).
Los kiliwa se
denominan a sí mismos ko’lew, que significa «hombre cazador». Su lengua es
conocida también con los nombres de quinicua, quiniwa, kolew, kj’wash, koj wash
o ko’ jwaksh. Sus principales asentamientos están en las rancherías localizadas
en el área conocida como Arroyo de León y en algunas comunidades como Santa
Catarina, conviven con miembros del grupo Paipai. Esta región se ubica en el
municipio de Ensenada, delegación del Álamo, dentro del valle de La Trinidad,
al norte de la sierra de San Pedro Mártir y al sur de la sierra de Juárez,
específicamente en las estribaciones de una pequeña serranía llamada localmente
sierra de los tecolotes. En general, todos se dedican a las labores agrícolas y
ganaderas dentro de sus propios terrenos o contratándose como jornaleros en los
pueblos cercanos.
Otra fuente de
ingresos proviene del trabajo eventual que desempeñan en la rama industrial de
la región y de la elaboración de artesanías tradicionales que venden
ocasionalmente en los mercados de sus localidades. El cultivo de maíz, frijol,
cebada y trigo, así como la recolección de frutos silvestres, cumplen funciones
generalmente de autoconsumo en todos los grupos.
Kumiai. (Baja California Norte).
Los kumiai o
kimiai, se llaman a sí mismos ti’pai. Sus comunidades se ubican en las mesetas
costeras y están distribuidas en tres áreas territoriales: los de San José de
la Zorra, municipio de Ensenada, y los de Neji y el Álamo, municipio de Tecate.
Su lengua también es conocida como kamia, kmuyai o kemiaia.
Paipai. (Baja California Norte).
Los paipai
quienes se autonombran akwa’al a o akwa ala se asientan en las sierras de
Juárez y San Pedro Mártir, en el municipio de Ensenada, con tres localidades
importantes: Santa Catarina, Jamao y San Isidro. En el censo del año 2000 se
reportaron 201 hablantes de paipai, viviendo mayoritariamente en Baja California.
Jacaltecos. (Campeche - Chiapas - Quintana Roo).
El término
jacalteco parece derivar de las voces nahuas xahcalli (casa o choza) y teco
(amo o dueño). El jacalteco o abxubal, forma parte del tronco lingüístico maya,
familia macro-kanjobal.
Las localidades
jacaltecas se localizan en los municipios chiapanecos de Frontera Comalapa,
Amatenango de la Frontera y Bella Vista. El asentamiento de mayor población se
encuentra en el ejido Guadalupe Victoria, además de los ejidos Paso Hondo,
Potrerillo y Descagal.
La actividad
económica de mayor importancia es la agricultura; destaca el cultivo comercial
del café, que se intercala en las milpas de las laderas, o bien se practica en
el solar de la unidad familiar. Con fines de autoconsumo se cultivan maíz,
frijol y calabaza, además de chile, hierbas de olor, henequén, jitomate, caña
de azúcar y algunos frutales como plátano, guayaba y lima. Su dieta se
complementa con algunas especies de peces que se extraen de los lagos y ríos
cercanos.
La cría de aves
de corral y puercos son actividades que coadyuvan a la economía familiar.
Entre los
jacaltecos de México, el hombre usa, como indumentaria tradicional, pantalón,
camisa blanca, un capisayo (especie de capa de lana negra con mangas). La mujer
usa huipil bordado con hilaza de vivos colores, entre los que predominan el
verde, rojo y amarillo, con figuras de estrellas y abstractas. En fechas
recientes se ha perdido casi por completo el uso de estas prendas, en gran
parte debido a disposiciones gubernamentales del vecino país guatemalteco.
Kanjobales. (Chiapas - Campeche - Quintana Roo).
El pueblo
kanjobal originalmente se asentaba en el departamento de Huehuetenango, en
territorio guatemalteco, pero debido al despojo de tierras de que fueron objeto
a fines del siglo pasado empezaron a migrar y establecerse en territorio
mexicano, en los fronterizos municipios de Las Margaritas y La Trinitaria,
Chiapas. A partir de la década de los 80 una nueva oleada de migrantes llegó a
México como refugiados huyendo de la represión militar del régimen
guatemalteco. La lengua kanjobal o k’anjobal, pertenece a la familia
macro-kanjobal del tronco maya. El XII Censo General de Población y Vivienda
(2000), registró un total de 9 015 hablantes de kanjobal en México, de los
cuales 5 769 vivían en Chiapas, 1 896 en Campeche, y 1 286 en Quintana Roo. El
territorio que ocupan en Chiapas es muy accidentado, con alturas de hasta 3 000
msnm. La mayoría de la población indígena se ubica entre las elevaciones de 1
500 y 2 000 msnm, en clima frío y templado.
Los kanjobales,
en su calidad de refugiados, viven en campamentos en los que en teoría no
pueden trabajar ni comprar tierras para sus actividades productivas. Sin
embargo, practican el comercio (sobresale el mercado dominical del ejido Poza
Rica, que es el más grande de la zona, donde se reúnen refugiados y mexicanos
de la región selvática de Las Margaritas), se contratan como mano de obra o
bien cultivan la tierra como una forma de pago por el campamento donde viven.
Los cultivos
básicos en la región son maíz, que siembran en pequeñas parcelas para
autoconsumo, el café y el cacao para la venta. Estos últimos se desarrollan en
propiedades privadas donde la población indígena se contrata por un salario
inferior al mínimo. Sus principales conflictos son precisamente la falta de
tierra donde sembrar y obtener su alimento diario.
Mam. (Campeche - Chiapas - Quintana Roo).
El mam o mame es
un grupo mayense que habita en México y en Guatemala. El vocablo mame se deriva
del vocablo quiché mam que significa padre, abuelo o ancestro. Tanto en
Guatemala como en Belice mam es sinónimo de las deidades de la montaña que
riegan los cultivos.
La lengua mam,
conocida también como mame o qyool, pertenece al tronco maya, y junto con el
teco forma una familia.
El antiguo territorio
mam en tiempos prehispánicos comprendía desde Quetzaltenango y Totonicapán, en
Guatemala hasta el Soconusco en México. Más tarde, con la firma de los tratados
de límites entre México y Guatemala en 1882 y 1894, el pueblo mam fue dividido
por la línea fronteriza.
Los mames
practican una agricultura de subsistencia basada en maíz, frijol, papa, repollo
y trigo, además de una pequeña producción de artículos para el comercio:
ajonjolí, cacahuate, tomate, haba, cebolla, café y algunos frutales como naranja,
guayaba, limón y plátano.
Las escasas
artesanías que producen tienen un carácter utilitario y poca importancia
comercial. En la sierra se elaboran cobijas y cotones de lana, en El Porvenir
se hacen mantillones para las bestias de carga; en la localidad de Chisquibil,
municipio de Bejucal de Ocampo practican la alfarería; en el Barrio de la
Campana en Motozintla tejen esteras y petates, y en Mazapa de Madero hay
algunos tejedores de palma. Las mujeres elaboran recipientes de barro como
cazuelas, ollas y cántaros.
El Soconusco
constituye la zona económica más importante de Chiapas por su producción
agrícola de café, cacao, algodón y plátano. Sus fincas absorben la fuerza de
trabajo de jornaleros provenientes de los Altos, de la Sierra Madre de Chiapas
y de Guatemala; dentro de este contingente encontramos trabajadores mames.
Los mames tienen
como vecinos a pequeños grupos de chujes, quichés, cakchiqueles, mochós y
jacaltecos; los mames que viven en las faldas del Volcán Tacaná mantienen un
estrecho contacto con los de Guatemala, interactuando con ellos comercial,
social y culturalmente.
Mayas. (Campeche - Yucatán - Quintana Roo)
El pueblo maya
se concentra en los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, y se
caracteriza por mantenerse como un grupo numeroso, culturalmente homogéneo que
representa la mayor concentración de indígenas en una sola región.
El maya
peninsular, conocido también como mayatan, mayat’an o yucateco, es la segunda
lengua indígena del país; de acuerdo con el XII Censo General de Población y
Vivienda (2000), a nivel nacional había un total de 799 696 hablantes de lengua
maya, de los cuales se registran 547 098 hablantes en Yucatán; en Campeche
existen 75 874 hablantes y en Quintana Roo la población total de hablantes es
de 163 477.
El idioma maya
es utilizado por los nativos peninsulares y por una gran parte de la población
mestiza como un elemento de interacción en sus relaciones sociales.
La principal
actividad de subsistencia de los campesinos mayas es la agricultura que se
practica con la técnica de roza, tumba y quema, en un suelo muy delgado y
pedregoso.
Cultivan
hortalizas, árboles frutales y crían aves y cerdos. La apicultura es una fuente
importante de ingresos, al igual que la explotación de maderas preciosas, la
extracción del látex del chicozapote para elaborar el chicle, el corte de la
hoja de guano para el techado de casas y la pesca de langosta en Quintana Roo.
Las casas de los
mayas peninsulares son de planta absidal, redondeada en los extremos, con
paredes de varas entretejidas, techo de dos aguas de hojas de guano, palma o
zacate, sobre una base de tierra apisonada. En estas construcciones se emplean
bejucos para las ligaduras en lugar de clavos. En Yucatán y Campeche tienen
paredes recubiertas con barro y pintadas con cal. La casa tiene dos puertas,
una enfrente de la otra; el solar de la casa tiene una superficie de alrededor
de 800 mts, allí cultivan árboles frutales y hortalizas; además se encuentra
una pequeña cocina, la despensa, la enramada para lavar la ropa, el gallinero,
el chiquero, el apiario y la troje.
El traje típico
de las mujeres mayas, también llamadas mestizas, se compone de un hipil o blusa
larga, que es holgada y sin mangas, adornada en las orillas con tiras bordadas
de coloridas flores, justán, rebozo ( booch’) y zapatillas o chinelas.
La indumentaria
masculina ha cambiado, ya no usan ropa blanca sino de colores oscuros; el
sombrero de ala ancha fue sustituido por la cachucha de tela y plástico; la
guayabera o guayabana de cuadros o a rayas de nailon o poliéster ha remplazado
a la de algodón; usan zapatos de piel, tenis o sandalias de plástico.
Sólo los mayas
más conservadores visten camisa y calzón corto llamado cul-ex de color blanco,
sombrero de palma o fieltro y alpargatas o sandalias taabilxaanab los mayas de
la península elaboran múltiples artesanías, empleadas para la decoración, el
uso doméstico, el ritual y el santuario. La cerámica artesanal se compone de
escudillas, tazas, cántaros o tinajas, comales, ollas y juguetes de barro.
Respecto a los
textiles aun se utiliza en el oriente de Yucatán un pequeño telar en el que se
elaboran flecos para orillar las servilletas. Los bordados, ya sean a mano o en
máquina de coser se producen en toda la península. Además se tejen hamacas con
fibra de henequén.
La talabartería
se practica en Mérida, Umán, Espita, Valladolid, Ticul, Tekax, Motul, Sotuta,
Maxcanú; en la ciudad de Campeche fabrican alpargatas, bolsas, carteras,
cigarreras, valijas y portafolios que se comercializan en toda la península y
en el sureste mexicano.
En los pueblos
indígenas de la parte central de Quintana Roo, hay cargos militares de general,
comandante, capitán y sargento; junto con el nojoch tata, los escribientes
(sagrados) y los rezadores, conforman un selecto grupo que está integrado a la
administración municipal.
Los mayas fincan
su visión del mundo en torno del cultivo del maíz. En algunos lugares aún se
rinde culto a deidades mayas prehispánicas como los cháak-es o dioses de la
lluvia, a quienes se les ofrecen ceremonias anuales denominadas ch’a cháak con
objeto de atraer las lluvias y obtener buenas cosechas en las milpas. También
se venera a los «dueños» de todas las cosas y animales, a los yumtsilo’ob.
Aguacatecos, (Chiapas).
En esta región
también se encuentra el municipio de Aguacatán, de donde son originarios los
hablantes de aguacateco. Los quichés y cakchiqueles son originarios del medio
oeste guatemalteco, un área que comprende los departamentos de Totonicapan,
Sololá y Chimaltenango, casi todo el de Sacatepequez y sectores de El Quiché,
Quetzaltenango, Suchitepequez y Baja Verapaz.
En estas
regiones la población indígena, organizada en municipios, mantiene su propia
organización política y religiosa, su santo patrón y costumbres distintivas. La
economía indígena, con base en la agricultura de subsistencia, se inserta en
una red de comercio regional.
Desde el siglo
XV, Chiapas era una provincia de la capitanía general de Guatemala, pasando a
ser una intendencia autónoma a partir de 1790, con las reformas borbónicas. En
1842 la provincia de Chiapas se incorpora a la República Mexicana, pero los
límites entre Guatemala y México se fijan hasta 1882.
Esta población
es considerada por el gobierno mexicano y organismos internacionales como
refugiada. Entre 1984 y 1985 numerosas comunidades son reubicadas en Campeche y
Quintana Roo por las autoridades mexicanas.
Debido a estos
movimientos de población, a partir del XI Censo de Población y Vivienda del
INEGI de 1990 aparecen nuevos grupos mayas. Es el caso de los cakchiqueles,
ixiles, kekchíes y quichés. La lengua cakchiquel o cachiquero, perteneciente a
la familia quiché, en el XII Censo General de Población y Vivienda 2000, contó
con 210 hablantes; los ixiles tuvieron 90, mientras que los kekchíes hablantes
de la lengua kekchí, conocida también como k’ekchí, queckchí o quetzchí,
estuvieron representados con 677 individuos. Los hablantes de quiché fueron
246, los aguacatecos tuvieron 23 y los tecos o tectitecos no aparecen
registrados, aunque en el XI Censo contaron con 107 hablantes.
Choles. (Chiapas).
Los choles se
reconocen a sí mismo como los winik, del vocablo maya que significa hombre,
varón, son los “milperos», los hombres creados del maíz que viven y explican su
existencia en torno al maíz, alimento sagrado otorgado por los dioses,
principio y fin de la vida, y eje central de su concepción del mundo.
En el XII Censo
General de Población y Vivienda (2000), se registraron 161 766 hablantes de
chol a nivel nacional. Las mayores concentraciones se localizaron en Chiapas
con 140 806 hablantes, Tabasco con 10 021 y Campeche con 8 844.
La lengua chol,
también conocida como ch’ol o manche, pertenece al tronco maya, familia
macro-tzeltal. Las variantes más importantes son las de Tumbalá y Tila, también
varían las formas del chol hablado en sabanilla y en salto de agua.
La casa chol es
una choza rectangular sostenida con seis horcones de ch’ute o de cintok, que
van enterrados en el suelo.
Amarran a éstos
barras horizontales, y recubren la estructura con bajareque, una mezcla hecha
de barro, estiércol y paja. El techo es de palma y zacate y, el piso de tierra
apisonada.
Las casas se
encuentran dispersas, escondidas entre la vegetación y cerca de los ríos. En
las cabeceras municipales hay una alta densidad de población indígena, cuyas
casas son de concreto, con techo de lámina y, puertas y ventanas de hierro.
Los ancianos
siempre usan la indumentaria tradicional, el resto de la población lo hace,
invariablemente en días de fiesta, como el 12 de diciembre, día de la Virgen de
Guadalupe. El traje femenino se compone de una falda azul marino o negra que
llega a los tobillos, adornada con listones rojos a la altura de la cadera y
una blusa blanca con bordados de diversos colores. El traje tradicional de los
hombres se compone de una camisa y calzón de manta, bolsas y morrales de piel o
bejuco que ellos mismos confeccionan.
Generalmente
hombres y mujeres caminan descalzos, sólo algunos usan huaraches de piel o
plástico. En las localidades de la región predomina la indumentaria
tradicional, mientras que en las cabeceras municipales la mayoría de la
población indígena usa ropa occidental.
Los choles
mantienen una profunda estima hacia la naturaleza que los rodea. La base de su
economía es la agricultura. El 90% de las parcelas son ejidos, en las parcelas
más grandes cultivan café, y a veces contratan a indígenas carentes de tierras
como peones asalariados. En las parcelas más pequeñas emplean herramientas
tradicionales como coa, espeque, azadón, machete y arado de madera.
Se dedican sobre
todo a los cultivos de milpa (maíz, frijol, calabaza), de café y de árboles
frutales como cítricos y plátanos; cerca de la casa, las mujeres cultivan una
pequeña huerta de legumbres y plantas medicinales.
Lacandones. (Chiapas).
La palabra
lacandón deriva del chortí lacam-tum, que significa «gran peñón» o «piedra
erecta». Este vocablo fue aplicado durante la época colonial por los españoles
para designar a los grupos indígenas que se refugiaron en el área selvática que
hoy conocemos como Selva Lacandona.
Los lacandones
se llaman a sí mismos hach winik, que significa «verdaderos hombres». La lengua
lacandona, también llamada hach tan o hach t’an, pertenece al tronco maya,
familia yucateca. Se consideran originarios de la Península de Yucatán y del
Petén guatemalteco, que posteriormente migraron durante diversos periodos hacia
la selva chiapaneca.
De acuerdo con
los datos proporcionados por el XII Censo General de Población y Vivienda 2000,
existen 635 hablantes de lacandón a nivel nacional, de los cuales se
registraron 599 en Chiapas. Se dividen en dos grupos, los del norte, que
habitan en las localidades de Nahá y Metzaboc, y los del sur, que viven en
Lacan ha Chan Sayab, ambos en el municipio de Ocosingo, Chiapas.
El territorio
ocupado por los lacandones tiene una extensión aproximada de 662 000 has., en
un medio selvático que representa para ellos un vasto cúmulo de recursos
naturales.
Otra de las
actividades económicas que realizan es la ganadería de tipo extensivo en los
terrenos agrícolas que se encuentran en periodo de descanso o barbecho. En
éstos también se practica la caza y la recolección de leña y plantas que se
utilizan para la construcción de sus casas, instrumentos agrícolas y utensilios
de cocina, o bien para la alimentación.
La producción
artesanal representa una fuente de ingreso económico, aunque su producción es
mínima. Elaboran collares de semillas, objetos de barro y madera que
generalmente son representaciones antropomorfas o de personajes de la tradición
oral, así como arcos y flechas de bejuco. Las artesanías son vendidas en
ciudades como Palenque y San Cristóbal de las Casas, e incluso viajan a Mérida,
Chichén Itzá, Cancún o la Ciudad de México.
Dentro del
espacio sagrado o ritual, los dioses se materializan a través de incensarios de
barro. Todos los actos rituales se fundamentan en el mismo patrón: ofrecer
copal, comida y bebida ceremonial. Entre los ritos colectivos propiciatorios se
encuentra el ofrecimiento de las primicias agrícolas que se llevan a cabo entre
agosto y septiembre y el de renovación de incensarios que se efectúa
aproximadamente cada seis años.
Motozintlecos o Mochós. (Chiapas).
Los miembros de
este grupo se llaman a sí mismos mochós.
Este vocablo
significa «no hay» y se dice que al llegar los españoles, preguntaban a los
antiguos habitantes por el nombre del lugar y lo único que éstos respondían era
mochó, mochó. También se les conoce por el nombre de motozintlecos, aunque este
término se confunde con el gentilicio de la población originaria de motozintla.
Los mochós se
asientan actualmente en los barrios aledaños a la cabecera municipal de
Motozintla de Mendoza, población enclavada en la sierra de Chiapas. El
municipio de Motozintla se ubica al suroeste del estado, a una altitud de 1 300
msnm; limita al este con Guatemala y su extensión territorial es de 782 km.
La lengua mochó,
motozintleco o qatok se clasifica dentro del tronco lingüístico maya, familia
macro kanjobal. Esta lengua se consideraba desaparecida, pero en 1967 el Museo
Nacional de Antropología señaló la existencia de hablantes de mochó y de
tuzanteco, una variante dialectal del mochó según los lingüistas.
Para el año 2000
se registraron en el país 174 hablantes de mochó, de los cuales 162 se
localizaban en el Estado de Chiapas.
Antiguamente los
mochós construían sus viviendas con paredes de tejamanil y techo de este mismo
material o con hojas de palma. En la actualidad, la vivienda se construye con
paredes de adobe, techos de lámina de zinc y piso de cemento.
Las mujeres
tenían como indumentaria tradicional una blusa de holanes con cuello ribeteado
de encaje; utilizaban una enagua amplia como falda y, como complemento, cubrían
su cabeza con un rebozo. Entre los hombres era el calzón de manta, sujeto con
un ceñidor de color rojo, así como la camisa de manta y los huaraches. En la
actualidad, los mochós ya no usan estas prendas tradicionales.
Desde el punto
de vista económico, los mochós dependen fundamentalmente de la agricultura, sin
embargo, el trabajo en las fincas cafetaleras del soconusco y la venta de copal
son los medios fundamentales de su ingreso económico.
Tojolabales. (Chiapas).
Se llaman a sí
mismos tojolwinik’otik u hombres legítimos o verdaderos; sin embargo son
conocidos por el nombre de su idioma: tojolabal, que viene de las raíces tojol:
legítimo y ab’al: palabra. Su lengua es también reconocida como chanabal o
chaneabal.
Habitan en el
Estado de Chiapas, se encuentran principalmente en el municipio de las
Margaritas, aunque existen importantes núcleos poblacionales en los colindantes
municipios de Altamirano, Comitán, Independencia y La Trinitaria. En el XII
Censo General de Población y Vivienda (2000) se reportaron 37 667 hablantes de
tojolabal en chiapas y 37 986 a nivel nacional.
El tojolabal
forma parte de los idiomas mayenses, de la familia macro-kanjobal. La población
tojolabal monolingüe es reducida porque casi todos han recibido algún tipo de
instrucción en español o bien por la interacción con los mestizos.
Las viviendas
son de planta rectangular, aunque los materiales de construcción varían
dependiendo de la región en que se encuentra la comunidad. Los pisos
generalmente son de tierra.
El menaje se
compone de una o dos sillas para los visitantes, una mesa pequeña y baja para
servir los alimentos, una mesa-altar, algún cofre para guardar ropa y pequeños
bancos. La vivienda se construye con base en la ayuda mutua, recurriendo a
parientes, compadres o vecinos.
Terminada la
construcción se hace una ceremonia llamada k’a och nich mal naj («que entren
las flores a la casa»).
El traje
tradicional femenino se compone de una blusa de manta, profusa y delicadamente
bordada a mano, una falda de vistosos colores de satín brocado o popelina, un
pañuelo del mismo género que la falda, el cual se ata a la cabeza, cubriendo el
cabello trenzado con gruesas y largas cintas de colores llamativos.
Acompañan el
atuendo unos huaraches o en su defecto sandalias de plástico y adornos como
aretes y collares.
El traje
masculino, más comúnmente usado entre los ancianos, incluye un pantalón corto de
manta blanca, una faja roja, magenta o negra, una camisa de manta de mangas
anchas, bordada en el cuello, la pechera y los puños, un paliacate y los
huaraches.
La vida
comunitaria se refleja en actividades económicas y rituales. Así, además de la
faena comunal obligatoria, existe el jelanel, que es el préstamo de granos en
tiempo de carestía y el k’otak’in: sacrificio de un vacuno accidentado y sin
remedio que se destaza, y cuya carne se vende en la comunidad para ayudar al
dueño a reponerse de la pérdida.
Tzeltales. (Chiapas).
Los tzeltales se
llaman a sí mismos winik atel, que significa «hombres trabajadores». La lengua
tzeltal pertenece al tronco lingüístico maya, familia macro-tzeltal.
También se le
conoce con los términos c’op o tzendal. Se caracteriza por ser una de las
lenguas indígenas más ricas en su vocabulario; no posee variantes dialectales
de importancia, por lo que resulta fácil la comunicación entre los miembros de
las diferentes comunidades tzeltales.
Los municipios
con mayor superficie son los de Ocosingo, Chilón y Altamirano y los que
presentan una mayor concentración de población tzeltal son Chilón, Ocosingo,
Oxchuc, Tenejapa y San Juan Cancuc.
La principal
actividad económica es la agricultura. La producción en los altos es raquítica
e insuficiente para satisfacer las necesidades familiares, debido a que las
tierras se encuentran sumamente fraccionadas y su explotación ha aumentado por
el crecimiento poblacional; a lo anterior se suma la mala calidad de las
tierras cuyos terrenos son escarpados, deslavados y erosionados. El maíz es el
principal cultivo y absorbe el trabajo de casi todo el año. La labranza se
realiza mediante las técnicas de roza, tumba y quema, con el auxilio del
azadón, arado de palo, machete y hacha. Para complementar los ingresos
económicos, los tzeltales se ven obligados a buscar trabajo como asalariados en
el soconusco, o a emigrar en forma definitiva, principalmente a la selva
lacandona. En la parte baja, de mejores condiciones productivas, se cultiva
fundamentalmente café y cacahuate.
La casa
tradicional tiene paredes de bajareque, piso de tierra apisonada y techo alto
de cuatro aguas de palma, zacate o teja, que termina en un remate abierto que
permite la salida del humo del fogón. Generalmente son rectangulares, de un
solo cuarto con una puerta al frente y ventanas pequeñas. En las cabeceras
municipales y comunidades de fácil acceso, se ha extendido la utilización de
ladrillos y tejas para la construcción de paredes y techos, y de cemento para
los pisos. El mobiliario consiste en bancos de madera, vasijas de barro,
metate, trastos de peltre, camas de tablas o petates. Algunas casas cuentan con
corrales para los animales y baño de temazcal o push.
La comunidad es
el espacio donde se reproduce la identidad.
Los tzeltales se
identifican por su comunidad de origen, de tal manera que se reconoce como
tenejapanecos a los originarios de Tenejapa, amatenangueros a los de Amatenango
del valle, oxchuqueros a los nativos de Oxchuc, etcétera.
Cada comunidad
posee un centro ceremonial en donde se encuentra el templo y la presidencia
municipal. Este es lugar de residencia de las autoridades comunales, en tanto
que el resto de la población vive dispersa en parajes a lo largo de todo el
municipio.
Los miembros de
cada comunidad tienen una vestimenta propia y distintiva, sin embargo pueden
establecerse algunas semejanzas.
Las religiones
evangélicas han tenido gran aceptación entre los tzeltales, la conversión
religiosa ha generado un nuevo liderazgo indígena opuesto a los intereses de los
caciques tradicionales. También ha creado esquemas paralelos de autoridad,
tanto a nivel civil como religioso.
Tzotziles. (Chiapas).
Se denominan a
sí mismos con el término bats’il winik, «hombres verdaderos» y a su idioma
bats’il kop, o batz’il c’op, chamula, huixteco (estos dos últimos gentilicios
de dos comunidades tzotziles), quelen, totik o jchi’iltic.
La lengua
tzotzil pertenece al tronco maya, familia macro-tzeltal. En el XII Censo
General de Población y Vivienda (2000), registró un total de 291 550 hablantes
de tzotzil en el Estado de Chiapas y 297 561 en el país.
Son numerosos
los municipios que concentran población tzotzil, destacan en las tierras altas:
Chamula, Zinacantán, Mitontic, Larráinzar y Chalchihuitán y, en tierras bajas:
Simojovel, Amatán, El Bosque y Huitiupán, entre otros.
Debido a que las
áreas tzeltal y tzotzil son contiguas, en algunas comunidades se hablan
indistintamente las dos lenguas, tal es el caso de algunas localidades de los
municipios de Oxchuc y Huixtán.
La vivienda tradicional
es semejante a las de los tzeltales.
Está construida
con paredes de madera o bajareque, techo de tejas, zacate o palma y piso de
tierra apisonada; posee una forma rectangular con una puerta y pequeñas
ventanas, aunque a veces carece de ellas. Alrededor de la habitación principal
están el gallinero, el chiquero y algunas veces el push o baño de temazcal.
Las concepciones
y valores del hombre tzotzil giran en torno al maíz. La vida humana se concibe
gracias a él, que es considerado como fuente de prestigio social: am tel,
trabajar, se refiere a las actividades vinculadas al cultivo del maíz.
Cada comunidad
tiene su indumentaria particular que la diferencia del resto. Las mujeres tejen
en telar de cintura sus huipiles y camisas tradicionales. La indumentaria
chamula se distingue por el uso de un chamarro de lana en los varones y una
falda de ese material en las mujeres.
La comunidad es
gobernada por un cuerpo de autoridades que forman parte de un sistema de cargos
con funciones políticas y religiosas. Los miembros de la jerarquía residen
durante el año en que prestan su servicio en un cargo en el centro ceremonial,
para luego reintegrarse a sus actividades en los parajes, como el resto de sus
pobladores. Sin embargo, desde la década de los 70 de este siglo, las
comunidades tzotziles han sido influidas por las religiones evangélicas que han
tenido una gran expansión en la zona; por lo que se han debilitado las
estructuras de su gobierno tradicional y se han generado violentos conflictos
al interior de ellas.
Zoques de Chimalapas. (Oaxaca).
Les llamamos
zoques, se les reconoce regionalmente como chimas y se autodenominan ’angpøn en
su propia lengua, término que a principios del siglo XIX fue traducido como
“gente industriosa” por un sacerdote católico y que ahora los propios ’angpøn
traducen como “los que hablan la lengua”.
Probablemente,
el término “zoque” proviene del náhuatl zoquitl = “lodo”, de manera que zoque
sería el “hombre de lodo”, nombre con que los bautizaron los aztecas en sus
incursiones en la zona, aunque también es probable que el término provenga de
una forma de saludo utilizada en alguna de las lenguas zoques de Chiapas.
Su lengua es una
más de las lenguas zoques que se hablan en Chiapas, Tabasco y, bajo el nombre
de popoluca, en Veracruz.
Su lengua está
emparentada con el mixe hablado en Oaxaca y en Veracruz, también en este último
caso por los llamados popolucas, formando las dos lenguas y sus variantes
dialectales lo que los lingüistas han bautizado como la familia mixezoque.
Los zoques de
Oaxaca habitan fundamentalmente en dos municipios del corazón del Istmo de
Tehuantepec: San Miguel Chimalapa y Santa María Chimalapa, en medio
precisamente de la Selva Zoque Chimalapa, con un territorio estos dos
municipios de aproximadamente 594,000 hectáreas, con una gran riqueza forestal,
hidrológica, biótica, energética, turística y arqueológica, donde coexisten
selva alta, bosque de pino, selva baja y bosque de montaña. Reconocen a Santa
María Chimalapa como el más antiguo de los asentamientos “chimas”, el dueño
legítimo del territorio, que regaló tierras a los sanmigueleños.
En Santa María
funciona el sistema de usos y costumbres. Las elecciones se llevan a cabo en
asamblea y ahí mismo se propone a los candidatos a presidente municipal,
síndico y regidor de hacienda, los cuales son votados de manera independiente.
En San Miguel no se usan boletas electorales, sino que la votación se hace
levantando la mano, aunque para la elección se conforman planillas
identificadas y apoyadas por los partidos políticos.
Guarijíos. (Sonora y Chihuahua).
Los guarijíos se
autodenominan macurawe o macoragüi, término que significa «los que agarran la
tierra» o «los que andan por la tierra». Su territorio se ubica al sureste del
estado de Sonora en las faldas de la Sierra Madre Oriental, donde colindan los
estados de Sonora y Chihuahua. En este último estado se encuentran dispersos en
los municipios de Chínipas, Guazapares, Moris y Uruachi.
La población
está dispersa entre varias comunidades principales y rancherías menores para el
mayor aprovechamiento de las condiciones del terreno de algunas pequeñas zonas
de riego en los márgenes de los arroyos; o se encuentran básicamente en los
municipios de Álamos y el Quiriego, Sonora.
La lengua de los
guarijío pertenece a la familia taracahita, del tronco yuto-nahua, y se le
conoce como guarojío, guarijío, varogío o varohío. De esta lengua se reconocen
dos variantes; una de Sonora y otra de Chihuahua. En general la población es
bilingüe, a excepción de algunos ancianos que desconocen el español.
Practican una
agricultura de temporal y para el autoconsumo, con base en la siembra del maíz
y el frijol; eventualmente comercializan el ajonjolí y el chile chiltepín. La
economía familiar es complementada con la venta de artesanías que elaboran con
palma, madera, barro y textiles. Los varones buscan trabajo asalariado en la
pizca del algodón y tomate, en los distritos de riego de navojoa y ciudad
obregón.
Las casas están
hechas de adobe, con postes de madera y techos de tierra o de palma; constan de
una o dos habitaciones y tienen una enramada anexa de varas, ramas y palma; ahí
pasan la mayor parte de su tiempo ya que el clima es cálido.
Su asentamiento
es disperso; las viviendas se encuentran en grupos de dos o tres casas en lo
alto de los cerros, cerca de los arroyos o pozos de agua.
La construcción
de las casas es una tarea del sexo masculino, los hombres cortan y acarrean los
troncos y la palma, y hacen el adobe. Bajo la enramada, fuera de la casa, se
encuentra un fogón para la preparación de alimentos y una vasija de agua.
Las sillas,
mesas y catres son de fabricación casera, hechas con madera y cuero de chivo o
de vaca. La mayoría de las viviendas carece de servicios básicos de drenaje,
agua entubada y electricidad.
Entre los
guarijíos ha desaparecido el vestido tradicional. Las mujeres usan pantalón y
falda encima de él, blusas hechas por ellas mismas o compradas.
Desde niñas usan
pañoletas en la cabeza y sandalias de plástico. Los hombres visten pantalón y
camisas comunes, huaraches de tres puntadas y sombrero vaquero, comprado fuera
de la región. En los días de fiesta los maynates (cantores) se ponen una
pañoleta en la cabeza; los danzantes no tienen un traje especial, sólo danzan
descalzos.
Sus principales
fiestas son las Tuburadas o Tuguradas. Se espera que un hombre guarijío realice
en su vida tres de estas fiestas en donde participa un cantor, danzantes,
músicos y se ingiere comida ritual.
Pimas. (Sonora - Chihuahua).
Los pimas se
nombran a sí mismos o’ob, que significa «la gente», «el pueblo». Con el término
pima se designa a un conjunto muy variado de sociedades indígenas, como los
pimas del desierto, pimas de la sierra o los pimas gileños. A los mestizos o
«blancos» se les designa con el término yori.
En la época
colonial los pimas se dividían en tres subgrupos principales, dos de los cuales
han desaparecido. Los pimas yécoras aún conservan rasgos culturales propios y
se concentran en la región de Maycoba, Sonora; y en Yepáchic, Mesa Blanca,
Pinos Verdes, en los alrededores de Canoachi y el Mineral de Dolores, municipio
de Madera, Chihuahua.
La población
pima se encuentra diseminada en una multitud de pequeños asentamientos y en la
periferia de algunos pueblos y ciudades con población mestiza.
Algunos
investigadores calculan que existen alrededor de 860 hablantes de pima, aunque
el XII Censo General de Población y Vivienda (2000) reportó sólo a 741
hablantes de esta lengua a nivel nacional.
La lengua pima
deriva del tronco yuto-nahua y se le clasifica en la familia pimana, junto con el
pápago y el tepehuano. También se le conoce con el nombre de pima bajo, nevome,
otam o yécora.
La agricultura
de subsistencia se basa en el cultivo de unos cuantos productos. El cultivo del
maíz parte fundamental de la economía desde tiempos prehispánicos, al igual que
el trigo y la papa se rotan año con año para hacer más productivos los campos;
las hortalizas más comunes son el tomate, el chícharo, los chiles, la cebolla y
el ajo; hay árboles frutales como el manzano, la pera y el durazno. Cultivan con
azadón y palo sembrador, generalmente compran o rentan animales a los yoris
para arar. Complementan su producción con la cría de animales domésticos:
gallinas, guajolotes, cerdos y burros; pocos tienen cabezas de ganado caballar
o caprino.
La apertura de las
minas y el despojo de las tierras indígenas dieron lugar desde hace unos cien
años a un proceso de proletarizacion de los indígenas que continúa hasta la
actualidad. En la década de los años 60 el trabajo en las empresas forestales
remplazó el trabajo en las minas como una fuente importante de ingresos. Los
pimas del ejido de Maycoba operan en la actualidad una empresa comunal para la
explotación de la madera.
Las casas pimas
tienen un solar en el que hay un huki, construcción semisubterránea provista de
un techo de tierra o de tierra y paja, con una pequeña entrada, la cual protege
del calor del sol al tejedor de palma y a sus productos; un tapanco o una
pequeña bodega para granos, un corral y un huerto de hortalizas. Las casas de
la periferia son de adobe con techo de palma o lámina. Los hogares más
prósperos cuentan con estufa. Generalmente cocinan en un comal de barro o de
metal; tienen sillas y mesas de madera, trastos de cerámica o peltre, molino de
mano, además de rústicas camas de madera o petates.
La vestimenta
tradicional de los pimas era de manta (pantalón y camisa para los hombres),
este traje se ha cambiado por el de “tipo vaquero” que consiste en pantalón de
mezclilla y camisa de manta larga a cuadros, de algodón o fibras sintéticas,
huaraches o teguas (especie de mocasines de piel), hechos por ellos mismos, y
sombrero, tejido con palma real por las propias mujeres pimas.
Las mujeres usan
vestidos, blusas y faldas de algodón y nylon estampados y de vistosos colores,
suéteres, zapatos de piel o plástico, fabricados industrialmente. La mayoría
usa pañoleta o mascada sobre la cabeza o alrededor del cuello.
Tarahumaras. (Chihuahua - Durango - Sonora).
Los tarahumaras
se llaman a sí mismos rarámuri que significa «corredores a pie»; proviene de
las raíces: rara (pie) y muri (correr). Para ellos es sinónimo de las personas
o los humanos.
Habitan la parte
de la Sierra Madre Occidental que atraviesa el Estado de Chihuahua y el
suroeste de Durango y Sonora. Comparten esta región con los tepehuanes, pimas,
guarojíos y mestizos. De los grupos originarios de la región es el más numeroso
y habita un espacio más amplio que los demás por lo que a su territorio también
se le denomina Sierra Tarahumara.
Los rarámuri se
concentran en 17 municipios entre los que destacan por su alta densidad de
población indígena: Guachochi, Urique, Batopilas, Balleza, Carichí y
Guazapares. También es significativa su presencia en Bocoyna, Guadalupe y
Calvo, Guerrero, Maguarichi, Morelos, Nonoava, Cuauhtémoc e Hidalgo del Parral.
La lengua
tarahumara o rarámuri forma parte del tronco yuto-nahua, familia taracahita.
Algunos estudiosos afirman la existencia de varias lenguas tarahumaras, en
tanto que otros señalan que sólo se tratan de variantes dialectales, que sin
llegar a ser muy profundas, provocan una cierta inteligibilidad entre todos los
hablantes de tarahumara.
Los tarahumaras
habitan en ranchos; su vivienda consiste en una casa habitación, un granero y
un corral de madera. Las casas se construyen rústicamente con madera, adobe,
cantera o piedra, dependiendo del material que haya en la región.
Lo más común es
encontrar viviendas hechas de troncos de pino dispuestos de manera horizontal,
uno sobre otro, con techo de canoa o de vigas de dos aguas; los troncos son
ensamblados en las esquinas y las rendijas son tapadas con una mezcla de lodo.
La vivienda se utiliza para guarecerse del frío o la lluvia, pero es muy común
que la gente duerma y cocine a la intemperie. En el invierno, los tarahumaras
bajan de las montañas para vivir en las barrancas de la región, en lo que se
conoce como la baja tarahumara.
El indumento
tradicional masculino consta de un amplio blusón o napatza, hecho de manta
blanca o estampada que cae hasta la cintura o incluso hasta la pierna; una
tágora o cotensa que consiste en un lienzo de manta blanca dispuesto a manera
de calzón y amarrado a la cintura con una faja de lana; una banda o koyera y
huaraches.
Las mujeres
hacen ollas de barro, cajetes, platos, vasos, tazas y jarros; en algunos
lugares también usan la palma y palmilla para tejer canastas de diversos
tamaños. Los hombres fabrican violines, bolas, arcos y tambores, bateas,
cucharas y tallan figuras con madera. Unos y otros tejen cobijas y fajas de
lana con figuras geométricas. La artesanía producida se vende en Creel,
Carichí, Batopilas, Guachochi y Bocoyna. Algunos forasteros se acercan a los
pueblos para comprar artesanía y exportarla.
Para los
tarahumaras la principal actividad para su subsistencia es el cultivo del maíz.
Alrededor de él se organiza la mayor parte de su vida cotidiana y ceremonial.
Las tierras de cultivo se encuentran dispersas en pequeñas mesetas y laderas lo
que influye en la dispersión de los asentamientos que se organizan en
rancherías. La fragilidad del suelo sólo permite el trabajo agrícola con
instrumentos manuales y de tracción animal. Se utiliza el estiércol de ganado
caprino y vacuno para la fertilizaciòn de los campos, aunque en algunos lugares
depende de los fertilizantes químicos.
La cría y el
cuidado del ganado es también una actividad importante sobre todo en los
municipios de Balleza, Carichí y Nonoava. La posesión de animales es un símbolo
de riqueza. Complementan su economía con la venta de artesanías, el empleo
asalariado en los aserraderos o centros de población más cercanos, así como la
migración en busca de empleo a los Estados de Sonora, Sinaloa y Durango.
Tepehuanos. (Chihuahua - Durango - Nayarit).
Los tepehuanos
de Chihuahua se nombran a sí mismos ódami, mientras que los de Durango se
reconocen como o’dam, que significa «gente». El término tepehuano, de origen
colonial, proviene de la raíz náhuatl, tepetl, cerro y el sufijo hua, que
indica posesión. Tepehuano quiere decir entonces «gente de las montañas».
Utilizan el
término obhai para referirse a los mestizos o extranjeros.
Los tepehuanos,
debido al proceso de colonización se dividen en dos grupos, conocidos como
tepehuanos del norte que viven en Chihuahua, y los del sur que habitan en los
Estados de Durango y Nayarit.
El idioma de los
ódami u o’dam, también llamado ódame o tepecano, pertenece al tronco
lingüístico yuto-nahua o yuto-náhuatl, familia pimana. En Chihuahua y Durango
esta lengua presenta variantes dialectales, aunque algunos lingüistas señalan
que se trata de lenguas distintas. En la actualidad el idioma ódami, al igual
que el resto de las lenguas indígenas, ha estado sometido a la presión y
competencia del español. Casi el 89% de los integrantes de este grupo es
bilingüe y sólo el 11% es monolingüe.
Su producción es
únicamente para el autoconsumo.
Los ódami no
conservan casi ningún rasgo de su indumentaria tradicional, particularmente los
hombres se visten a la usanza mestiza.
Elaboran productos con materiales que obtienen de su ambiente. En
Chihuahua, por ejemplo los bules y jícaras, que son frutos de una planta, son
utilizados como recipientes para transportar líquidos. Con madera de madroño se
hacen cucharas y bateas. Con barro se elabora una gran variedad de ollas y
platos; generalmente la mujer es la que trabaja la cerámica. Sus instrumentos
musicales también los hacen ellos mismos, como los violines y sonajas de madera
y las flautas de carrizo. Entre los tepehuanos del sur se fabrican morrales de
estambre (de telar o punto de cruz) y redes de ixtle o de cordón plástico,
sombreros de soyate, equipales, bancos, pipas de carrizo y barro y alfarería
sin decoración.
Las viviendas
constan de una sola habitación, que sirve de cocina y dormitorio. En las
cumbres, las casas se construyen con troncos de madera rolliza entrecruzada en
las esquinas.
Los techos son un
tejabán de tableta de pinos que permanece impermeable de diez a quince años. En
los barrancos, las paredes se construyen con una mezcla de piedra y lodo,
sostenidas por dos horcones y una viga transversal, el techo es de dos aguas, a
veces de palma o bien, de tableta, un lado del techo no llega a juntarse con la
pared para permitir una adecuada ventilación en el interior. Algunas viviendas
carecen de una pared, lo cual es muy funcional debido al calor intenso en el
verano barranqueño y porque el humo de la lumbre, empleada para la elaboración
de alimentos, escapa con mayor facilidad. La innovación más importante en la
construcción de casas en los últimos años es quizá la sustitución de los
grandes troncos por tablas más endebles, desperdicio de los aserraderos.
Entre los
tepehuanos de Durango la ganadería es la actividad económica más importante.
Participan en ella todos los comuneros; manejan de preferencia el ganado
vacuno, caprino y en menor escala el ovino y porcino. No existen buenos
pastizales, por lo que se practica la ganadería extensiva. No se produce maíz
suficiente, ni siquiera para el autoconsumo. Se cultiva en las laderas, con muy
bajo rendimiento, con el palo sembrador o coa. Otro recurso que explotan es el
bosque.
En el grupo del
sur, el mitote o xiotal es una ceremonia ritual en donde se danza alrededor del
fuego durante la noche al son de un arco musical. Hay dos clases de mitote: el
familiar, al que asisten los parientes con descendencia patrilineal y, el
comunal al que van, hipotéticamente, todos los miembros de la comunidad. Por lo
regular celebran dos de cada uno de ellos para pedir lluvias en mayo y para
bendecir los elotes en octubre; también se organizan mitotes de curación.
Kikapúes. (Coahuila).
Los kikapúes se
llaman a sí mismos kikaapoa, que significa «los que andan por la tierra».
Algunos autores lo derivan de ki wika pa wa: «el que está alrededor» o «el que
se mueve, aquí o allá». A fines del siglo XVII, los kikapúes se encontraban al
sur de Wisconsin, al oeste del lago Michigan, Estados Unidos, aunque debido a
su tradición nómada, no se puede asegurar que sean originarios de ese lugar.
Actualmente son un grupo binacional, pues la mayor parte de la población kikapú
vive en reservaciones norteamericanas, entre las que destaca la de Oklahoma.
En México, viven
en el lugar conocido como el nacimiento de los kikapúes, ubicado en el
municipio de Melchor Múzquiz, Coahuila. Este municipio colinda al norte con el
municipio de Acuña; al sur con San Buenaventura y Progreso; al oriente con
Zaragoza, San Juan de Sabinas y Sabinas, al occidente con Ocampo. Se encuentra
entre la unión de las sierras Santa Ana y Santa Anita, en donde nacen los
manantiales del Río Sabinas.
Los kikapúes
sólo cuentan con una zona urbana de tipo compacto, aunque su distribución no es
homogénea. El uso del suelo es comunal, a excepción del de las viviendas que
son propiedad privada. La población mestiza, llamada «mexicana», habita en todo
el municipio de Melchor Múzquiz, sus propiedades colindan con las de los
kikapúes.
La lengua kikapú
o metusenene, pertenece al tronco algonquino, familia algonkiniana, originaria
de las tribus que habitan en el actual territorio de Estados Unidos y la hablan
todos los miembros de esta comunidad. La mayoría de ellos habla también español
e inglés.
La vivienda
tradicional se renueva dos veces al año, una es la de invierno (apakvenikane)
de forma elíptica, con una estructura de troncos delgados y cubiertos de tule a
lo largo, formando grandes tapetes; en el centro se coloca el fuego sagrado. La
casa para el verano (utenikane) es de forma rectangular, con paredes de
carrizo, techo elíptico de tule, con un anexo al frente. En el interior se
encuentran camas de varas delgadas sostenidas por troncos, algunas tienen
colchones o petates, al centro está el fuego sagrado.
Elaboran esta
casa quienes se quedan a cuidar el campamento, y los que no emigran
temporalmente a Estados Unidos.
El atuendo
tradicional kikapú ya casi no se usa; hombres y mujeres utilizan ropa comercial
común y corriente y prefieren la mezclilla. Calzan tehuas bordadas con
chaquira.
La caza es la
principal actividad de los hombres kikapúes, de ella se abastecen de carne y
pieles. La cacería tiene un carácter ritual, se realiza de manera grupal
durante todo el año, sobre todo de enero a abril, meses de celebraciones
religiosas de año nuevo, bautizos y misas de agradecimiento a Kitzihaiata, su
dios.
La agricultura
es una actividad secundaria, pues ellos han sido cazadores por excelencia desde
hace mucho tiempo. En el nacimiento existen pequeñas parcelas individuales
cultivadas principalmente por personas mayores que no emigran; siembran trigo,
avena, maíz, cebada, frijol y calabaza.
La recolección
de nueces y de chile kipin o piquín tiene cierta importancia comercial; los
árboles silvestres son propiedad de los kikapúes, y cualquier miembro de la
tribu puede recolectar sus frutos; los intermediarios llegan al poblado a
comprarlos.
Su mayor fuente
de ingresos es el trabajo a jornal que realizan en Estados Unidos, en la
cosecha de frutas y hortalizas.
La vivienda
tradicional se construye aprovechando los materiales del lugar, tales como
mezquite, álamo, sauce, chamizo, carrizo y cachanilla. Los servicios de
electricidad, drenaje y agua entubada son deficientes.
Mazahuas. (Estado de México - Michoacán)
Los mazahuas se
llaman a sí mismos jñatjo. Se localizan en la parte noroeste del Estado de
México y en una pequeña área del oriente del Estado de Michoacán.
La caza furtiva
y la deforestación en la región, han originado que las especies de flora y
fauna se encuentren en peligro de extinción.
La lengua
mazahua se ubica en la familia otopame del tronco lingüístico otomangue. Esta
lengua, conocida también como hnatso, hnatzo, ji naa o jñatjo, se encuentra
emparentada con las lenguas otomí, pame, matlatzinca, ocuilteca y chichimeca.
En la región
mazahua se produce principalmente maíz y en menor cantidad frijol, trigo,
cebada, avena y papa; en algunos municipios cultivan chícharo, hortalizas y
flores. La producción es básicamente para autoconsumo. La actividad pecuaria es
de baja escala, no obstante constituye un apoyo importante para la economía
familiar, principalmente la cría de ganado ovino y bovino. En algunos
municipios se produce madera en rollo, raja para leña y carbón de encino.
Las actividades
productivas las realizan en forma familiar y recurren a sus parientes más
cercanos en la época de mayor trabajo en los cultivos. Utilizan herramientas
tradicionales como mulas y bueyes en las labores agrícolas; en las mesetas y
valles recurren al tractor para la roturación, barbecho, rastra y apertura de
surcos, en algunos casos utilizan también la sembradora.
Debido a la
insuficiente producción de alimentos, la mala calidad del suelo y el extremo
minifundismo, los mazahuas han
La indumentaria
de este grupo se ha transformado.
Actualmente la
ropa tradicional está más arraigada en las mujeres; consta de falda y blusa de
tela de satín de colores fuertes y brillantes (azul rojo, rosa mexicano y verde
limón).
La falda es
plisada con adornos de encaje en su alrededor.
La blusa, del
mismo material, tiene adornos de encaje o de la misma tela en el cuello, pecho
y espalda. Usan una falda interior blanca de manta o popelina plisada y
adornada con una tira bordada que sobresale a la falda de color. Para protegerse
del frío se cubren con un quexquémitl que consta de dos tiras anchas unidas en
forma de triángulo, de tal manera que queda un hueco por el que introducen la
cabeza.
Esta prenda es
de lana de color azul, negro o café con delgadas líneas blancas, con bordado de
flores o grecas alrededor del cuello.
En distintas
localidades de la región se confeccionan cobijas, fajas, tapetes, cojines,
manteles, morrales y quexquémitl de lana. En San Felipe del Progreso hay
personas que se dedican a la elaboración de piezas de plata como arracadas,
anillos, collares y pulseras; en distintas ocasiones han recibido premios por
la técnica y por la belleza de sus obras.
El grupo mazahua
mantiene el trabajo colectivo llamado «faena» que consiste en la cooperación de
los miembros de la comunidad para la realización de obras o trabajos de
beneficio colectivo como son escuelas, mercados y caminos.
En la actualidad
los cargos religiosos tradicionales como el de la mayordomía se practica cada
vez menos, principalmente entre los jóvenes; son los ancianos quienes tratan de
mantenerlos. Las principales fiestas religiosas que se celebran son las del
santo patrono de cada comunidad, la de la Virgen de Guadalupe, semana santa, y
la de Nuestro Padre Jesús en San Felipe del Progreso, durante la segunda semana
de enero.
Matlatzincas. (Estado y Ciudad de México).
Matlatzinca es
el término con que los mexicas designaron a este grupo. En náhuatl significa
“los señores de la red” o “los que hacen redes”, y deriva de matlatl: red;
zintil: reverencial y catl: gentilicio. Por otra parte, debido a que hubo
grupos matlatzincas que ocuparon algunas zonas al interior de la región
purépecha poco antes de la llegada de los españoles, sus pobladores los
denominaron pirindas, es decir, “los de en medio”. Actualmente, el grupo se
nombra a sí mismo matlatzinca.
El matlatzinca
es uno de los pueblos indígenas del país que mayor desintegración ha sufrido.
De haber sido un grupo que ocupaba un amplio territorio en la época
prehispánica, el correspondiente a los actuales estados de Michoacán, Guerrero
y México, se ha reducido a una sola comunidad: San Francisco Oxtotilpan,
ubicada en el municipio de Temascaltepec, Estado de México.
La lengua
matlatzinca está considerada dentro de la rama otomangue, otomí-pame. En ésta
hay cuatro familias: pame, jonaz, matlatzinca y otomazahua. A su vez, la
familia matlatzinca se subdivide en dos lenguas: la matlatzinca y la ocuilteca.
En la
actualidad, la lengua matlatzinca está desapareciendo debido a que cada vez son
menos los hablantes. La mayoría de la población de San Francisco es bilingüe, y
cada vez domina más el uso del castellano. El uso de la lengua materna se da
entre la gente mayor y sólo en algunos niños pequeños.
La vivienda
matlatzinca es por lo general de un solo cuarto, el cual se utiliza como
dormitorio y cocina. Todas las casas cuentan con huertos donde se cultivan
árboles frutales, verduras y flores; también cuentan con corrales donde se
crían algunos animales domésticos. Es frecuente también encontrar temazcales.
La gran mayoría
de los pobladores del municipio de Temascaltepec se dedica al trabajo agrícola;
en la cabecera municipal se ocupan en actividades comerciales, educativas, de
transporte, minería, de la construcción y servicios públicos.
La explotación
forestal es otra fuente de ingresos. Algunas comunidades comercian con ella,
mientras que en otras, los productos forestales se cambian por otros de consumo
familiar.
Los matlatzincas
complementan su economía con el trabajo asalariado migrando a las ciudades de
México, Toluca o Cuernavaca.
La base de la
organización social es la familia. Ésta se constituye mediante el matrimonio
civil y/o religioso, o bien por “unión libre”. La residencia, por lo común, es
patrilocal.
Una de las
formas tradicionales que los matlatzincas conservan para la organización del
trabajo es la denominada faena, es decir, la cooperación obligatoria que tienen
que prestar los habitantes (principalmente los adultos de sexo masculino) para
las obras en beneficio de la comunidad (construcción y reparación de caminos,
construcción de la escuela, mantenimiento de las obras de riego, etcétera).
Las fiestas más
importantes de la comunidad son la del santo patrono, y la del día de muertos.
En ambas participan todos los habitantes del pueblo; los que residen fuera de
él envían su cooperación para los gastos que sean necesarios.
Tlahuicas. (Estado de México).
Los hablantes de
ocuilteco se reconocen a sí mismos como tlahuicas y se resisten a ser
reconocidos como ocuiltecos pues desde hace tiempo tienen rivalidad con sus
vecinos originarios de Ocuilan, cabecera municipal de Ocuilan de Arteaga,
México. Sin embargo, los lingüistas los reconocen como ocuiltecos.
Los ocuiltecos
mantienen la forma de tenencia comunal, incluyendo los pequeños terrenos
boscosos. La principal actividad económica es la agricultura de temporal, en
ella sobresalen los cultivos de maíz, frijol, chile, cebada, avena y trigo. El
chícharo se cultiva con fines comerciales.
La ganadería
mayor es inexistente. Entre las especies menores predominan el borrego y la
cabra, que sirven tanto para la venta como para el autoconsumo. Los reducidos
bosques proporcionan la madera que sirve para la construcción de casas y como
combustible. También se explota el maguey, de donde se extrae pulque.
Las viviendas de
San Juan Atzingo son de madera, por ser éste un material de fácil obtención;
son amplias, constan normalmente de dos cuartos rectangulares que sirven de
dormitorios y una cocina anexa. En el solar se localizan los macheros en donde
se encierran los caballos y mulas; también hay chiquero y gallinero y, en
ocasiones, un temazcal.
Nahuas. (Puebla
- Veracruz - Hidalgo - San Luis Potosí - Guerrero - Estado de México - Distrito
Federal - Tlaxcala - Morelos - Oaxaca - Tabasco - Tamaulipas - Michoacán -
Jalisco - Durango - Nayarit).
El término nahua
hace referencia a una comunidad lingüística compuesta por una serie de grupos
que hablan la lengua mexicana y que, herederos de las grandes culturas del
altiplano central, llegaron a dominar la cuenca de México y la región
mesoamericana en la época prehispánica.
El vocablo nahua
significa hablar con claridad, con autoridad o conocimiento, aunque en algunas
regiones los nahuas se refieren a sí mismos como macehuale, campesinos, tal vez
haciendo referencia a la antigua división clasista de la sociedad nahua que
dividía a la población en pillis y macehuales. Estos últimos eran la gente del
común, los tributarios, casi siempre campesinos.
Desde el punto
de vista lingüístico, las lenguas nahuas, también conocidas como azteca,
macehuali, mexicanero, mexicano, náhual o nahuat, pertenecen al tronco
yuto-nahua, y junto con el pipil, lengua indígena centroamericana, forman la
familia náhuatl, cuya antigüedad es de aproximadamente 45 a 47 siglos. Los
especialistas consideran que el náhuatl tiene cuatro variantes: a) náhuatl del
oeste (Toluca, Michoacán, Guerrero y Morelos), b) náhuatl central (valle de
México, Puebla y Tlaxcala), c) náhuatl septentrional (la huasteca) y d) náhuatl
del este (Puebla, Veracruz, Oaxaca y el pipil de centroamérica).
Los nahuas son
pueblos agricultores que tienen un profundo respeto por la naturaleza,
expresado en su trabajo, ceremonias rituales y fiestas. Sus productos
artesanales están destinados a cubrir necesidades cotidianas. Así, encontramos
pueblos alfareros, herreros o dedicados a producir objetos rituales como las
ceras, el papel picado, las máscaras o la pirotecnia.
Los grupos
nahuas no forman una unidad política, sino están diseminados en el territorio
nacional, configurando sociedades regionales específicas en donde interactúan
con mestizos y otros grupos étnicos.
Huicholes. (Durango - Jalisco - Nayarit)
Los huicholes se
llaman a sí mismos wirrárika, o su plural, wirraritari. Habitan al norte del
estado de Jalisco en los municipios de Mezquitic y Bolaños; en el estado de
Nayarit en La Yesca y El Nayar y hay grupos minoritarios en los estados de
Zacatecas y Durango.
La lengua
huichol pertenece al tronco yuto-nahua, familia corachol. También se le conoce
como huixarica, o tejí niukiyari.
Son cinco los
centros ceremoniales en donde se instalan los gobiernos tradicionales: San
Andrés Cohamiata, Santa Catarina Cuexcomatitlán, San Sebastián Teponahuaxtlán y
Tuxpan de Bolaños en el estado de Jalisco y Guadalupe Ocotán en Nayarit.
Gran parte de
las casas están construidas con adobe, otras con piedras recubiertas de lodo y
con techos de paja. Hay casas con una sola habitación que tienen doble función:
sirven como dormitorio y a la vez como cocina. En algunos lugares hay casas con
varias habitaciones. En tiempo de calor, los huicholes tienden a dormir al aire
libre o en las construcciones donde almacenan el grano. Junto a la vivienda
construyen pequeñas casas llamadas ririki, «casas de dios», que son pequeños
templos de adobe dedicados a las deidades y ancestros.
La vestimenta
varía de una región a otra y se caracteriza por su llamativa y elaborada
confección, sobre todo del traje masculino. Los bordados de los trajes de San
Andrés Cohamiata y Santa Catarina Cuexcomatitlán son más vistosos que los de
San Sebastián y Tuxpan
La indumentaria
de las mujeres consiste en una blusa corta de un sólo color, enaguas interiores
y exteriores, un manto floreado para cubrir la cabeza y collares de chaquira.
Los hombres usan pantalones de manta blanca (shavaresh) y camisas del mismo
material que tienen abierta la parte inferior de las mangas (rahuarero); dichas
prendas están bordadas con diseños simétricos de colores.
Los huicholes
usan sombrero de palma con adornos de chaquira o bolas de estambre, una capa
cuadrangular doblada a la mitad que se coloca sobre los hombros y,
eventualmente, aretes y pulseras de chaquira. Para amarrar los faldones de la
camisa a la cintura se usan cintas de lana.
Cada hombre
lleva consigo varios morrales pequeños; calzan huaraches o zapatos deportivos.
Las actividades
productivas que se realizan son principalmente para el autoconsumo:
agricultura, pesca y caza. Los cultivos básicos son el maíz, calabaza,
amaranto, frijol, chile y algunos frutos.
Entre las
autoridades tradicionales se encuentran los kawiteros (ancianos virtuosos),
quienes han cumplido con las obligaciones civiles y religiosas de la localidad,
además de ser conocedores de la tradición del grupo, por lo que son las
personas más respetadas de la comunidad.
Una de las
características principales de su religión es la asociación que se da entre el
maíz, el venado y el peyote. Su mitología en general hace referencia a estos
elementos, por lo que los rituales, las fiestas, la organización material y
temporal de la vida gira muchas veces alrededor de ellos.
El maíz y el
venado representan el sustento vital, en tanto que el peyote es el medio más
importante para trascender el mundo profano y la manifestación material más
obvia de lo sagrado, es el intermediario entre el hombre y las deidades.
Una de las
fiestas más importantes es la del maíz tostado que se lleva a cabo durante el
desmonte y quema de los terrenos, en este ritual se manifiesta la unión de los
tres elementos centrales de su religión: el maíz, el venado y el peyote.
Durante la
temporada de sequía se realiza la peregrinación a Wirikuta, la tierra del
peyote, que es considerado un lugar sagrado donde moran los dioses. El objetivo
de la peregrinación es doble: recolectar peyote para las ceremonias y hallar a
los dioses para «encontrar la vida».
Mexicaneros. (Durango - Nayarit).
El pueblo que
vive en la región del gran nayar y habla la lengua náhuatl, se llama a sí mismo
mexicanero. Las principales comunidades mexicaneras son Santa Cruz de
Güejolota, en el municipio de Acaponeta, Estado de Nayarit (en donde son
vecinos del pueblo cora o náayariite), San Pedro Jícora y San Buenaventura, en
el municipio de Mezquital, Estado de Durango (en donde son vecinos del pueblo
tepehuán del sur u o’dam). Los mexicaneros también comparten el territorio
Nayar con el pueblo huichol. La mayoría de los mexicaneros son bilingües
(mexicanero-español), aunque también hay trilingües y hasta algunos casos
excepcionales de cuatrilingüismo (tepehuán-huichol).
Los mexicaneros
acostumbran la residencia patrilocal, de manera que cuando una pareja contrae
matrimonio construye una casa cercana a la casa del padre del esposo. El mismo
sentido patrilineal tiene la herencia de la tierra.
Existen dos
tipos de vivienda: una, de temporada seca, cercana a las milpas; otra, de
tiempo de lluvia, que generalmente está en un cerro alejado de los servicios
del centro político-religioso de la comunidad. Las viviendas están integradas
generalmente por tres construcciones: dormitorio, cocina y “carretón”, bodega
elevada, descubierta al frente, donde se almacenan granos y herramientas.
Debido al clima, en temporada de calor se duerme a la intemperie.
Durante la
temporada seca, muchos mexicaneros migran temporalmente a la costa nayarita, a
los municipios de Acaponeta y Ruiz, en donde, se contratan como jornaleros
agrícolas para el ensarte de tabaco y el corte de caña.
Tras esta
temporada de trabajo, regresan a sus comunidades para iniciar las labores
agrícolas y las ceremonias ligadas a ellas: los Xuravet, ceremonias de petición
de lluvia y salud.
Anualmente se
realizan cinco Xuravet en la comunidad: el de los tamales (febrero), el del
agua (mayo) y el de la bendición del elote (septiembre); en cada una de estas
fechas, se realizan una o dos ceremonias hasta completar cinco; en el ámbito
familiar también se realizan los Xuravet como respecto a la residencia y la
herencia, con una tendencia patrilineal.
En todos los
casos, los Xuravet se hacen en los patios, sean comunales o familiares, se
enciende una fogata, se danza, se reza, se acuerda quiénes irán a “venadear” y,
de ser exitosa la caza, se consume una comida ritual preparada a base de
venado. Estas ceremonias son conducidas por el mayor y la mayora del patio,
quienes mantienen su cargo hasta la muerte.
Además de las
fiestas agrícolas de Xuravet, los mexicaneros celebran las fiestas patronales,
el carnaval, la semana santa y todos santos. Para estas celebraciones, la
máxima autoridad religiosa es el mayordomo, quien se ayuda del prioste, el
pasionero y el tinantzil o copalero.
Durante estas
fiestas, los mayordomos se encargan de proveer al animal sacrificial que
servirá de alimento: la res.
Las autoridades
civiles de la comunidad: gobernador, suplente, alguacil, capitán de campo y
ayudantes, participan y cooperan en la realización de las diversas ceremonias
religiosas.
Tlapanecos. (Guerrero).
Tlapaneco es el
nombre con el que los nahuas denominaron a este pueblo y deriva del principal
lugar de su asentamiento: Tlapa. Los tlapanecos se llaman a sí mismos mbo
me’phaa, que significa «el que es habitante de Tlapa». Hablan la lengua
tlapaneca, también conocida como mi’phoa o me’phaa, que es tonal y pertenece a
la familia subtiaba-tlapaneca del tronco otomangue.
El territorio
tlapaneco se localiza entre la vertiente de la Sierra Madre del Sur y la costa
de Guerrero, con altitudes que varían de 800 a 3 050 msnm.
El clima
predominante en la zona es templado subhúmedo, con una temperatura media anual
de 18°c.
Chichimeca Jonaz. (San Luis Potosí - Guanajuato).
Los chichimecas
jonaz utilizan la palabra úza, "indio", y su plural ézar,
"indios" para referirse a sí mismos y, en general, a cualquier
persona indígena. Solamente cuando hablan español emplean para autonombrarse
las palabras chichimecas, chichimecas, chimecas o meco.
Habitan en una
comunidad del municipio de San Luis de la Paz, en el estado de Guanajuato, en
un poblado que está a 2,070 msnm. Ellos nombran a este lugar rancho uza (rancho
indígena) o misión de chichimecas. La carretera del municipio divide el
asentamiento en dos partes, al poniente la misión de abajo y al oriente la
misión de arriba.
Los ézar
realizan trabajos como jornaleros, molineros, regadores o apicultores en las
comunidades y ranchos vecinos. Practican una agricultura de autoconsumo,
cultivando maíz, frijol, chile, calabaza, jitomate, camote y papa. El maguey es
cultivado comercialmente para la extracción de aguamiel y quiote.
Sus casas
habitación son de adobón y teja o de ladrillo con colado de cemento. El piso es
de tierra. La antigua vivienda tradicional estaba hecha de piedras apiladas,
sin ventanas, con techo de dos aguas cubierto de palma o pencas de maguey,
prácticamente ha desaparecido.
Las prendas
tradicionales como los quexquémitl, una especie de abrigos de palma y ciertos
aditamentos de cuero, se dejaron de usar desde principios de siglo. Actualmente
visten a la manera del campesino mestizo. Las fiestas más importantes para la
comunidad son las de San Luis Rey de Francia y de la Virgen de Guadalupe. El
compromiso de la organización de las fiestas lo heredan las familias. Un
elemento importante en éstas, es la danza chichimeca, que se representa en tres
capillas. Los componentes sonoros son el violín, la tambora y los machetes que
entrechocan; los combatientes suman entre 15 y 45 personas.
Purépechas. (Michoacán).
El purépecha es
un pueblo de la región lacustre y montañosa del centro de Michoacán. Aunque
también se les ha denominado tarascos, ellos se refieren a sí mismos como
p’urhépechas, que en su lengua significa «gente, persona». El idioma p’urhé,
también conocido como porhe, tarasco, purhépecha o purépecha, no tiene
parentesco lingüístico cercano con ninguna de las familias lingüísticas que se
hablan en la República mexicana.
La economía de
los purépechas es diversificada, ha estado sustentada tradicionalmente en
actividades primarias tales como la agricultura, la pesca, la recolección y la
cacería. En el sector secundario, históricamente han sido importantes la
producción de artesanías y el comercio. A estas actividades habría que agregar
la explotación forestal, además de una incipiente ganadería e industria textil,
sin embargo, después de la década de los 40 empieza a observarse una fuerte
migración de la población purhé sobretodo a los Estados Unidos en busca de
ingresos que completen su economía. A las contribuciones enviadas por esta
población que trabaja en el extranjero se deben muchas de las obras públicas
que actualmente se realizan en los pueblos.
Coras. (Nayarit).
Los coras se
llaman a sí mismos nayeri, aunque existen gentilicios para los habitantes de
cada comunidad, de tal manera que a los de Santa Teresa se nombran
"quamaruchi", los de Jesús María "ahusete" y los de Mesa
del Nayar "yohke".
La indumentaria
femenina se compone de una amplia falda floreada, cuyo largo varía de acuerdo a
la comunidad, combinada con una blusa de color brillante. El atuendo se
complementa con collares, aretes, huaraches de plástico y rebozo negro. Los
hombres visten pantalón de manta, camisa de color claro, sombrero y en la
mayoría de los casos, huaraches de piel. Tanto hombres como mujeres utilizan
morrales de lana o algodón tejidos por las mujeres en telares de cintura,
adornados con flores, animales u otros motivos. El territorio cora abarca
alrededor de 220 000 has. En la sierra del Nayar, a una altura que varía entre los
700 y los 2 000 msnm.
La mayoría de
los pueblos coras se asientan en la tierra caliente, donde practican una
agricultura de subsistencia y una ganadería doméstica con la cría de bovinos,
ovinos, caprinos, porcinos, ganado caballar y mular, así como la cría de
abejas, gallinas y guajolotes. Para completar el ingreso familiar, los varones
suelen migrar temporalmente a la costa para trabajar en el corte del tabaco o
en la pizca de maíz. Durante el ciclo agrícola, las familias abandonan su
residencia para establecerse cerca de los campos de cultivo.
Su gobierno está
compuesto de un cuerpo de autoridades tradicionales que se rotan entre cargos
civiles (gobernador, alguaciles, justicias y centuriones) y religiosos
(mayordomos y tenanches). En este sistema de cargos participan todos los
varones adultos de la comunidad prestando servicio durante un año y ascendiendo
poco a poco en la jerarquía.
Dentro de sus
celebraciones religiosas destacan los mitotes, dedicadas al cultivo del maíz
que puede tener un carácter familiar o comunal y en donde participan
cantadores, músicos, danzantes narradores de sus mitos. También destacan las
celebraciones de Semana Santa, del día de muertos (1 y 2 de noviembre), la de
la Epifanía (6 de enero), la del Apóstol Santiago (25 de julio), la del
Arcángel Miguel (29 de septiembre) y la Virgen de Guadalupe (12 de diciembre).
Sus historias
antiguas se transmiten oralmente de generación en generación y en ellas se
narra cómo se construyó el mundo, se obtuvo la lluvia, el fuego, el tabaco o el
maíz. Sus deidades están relacionadas con la naturaleza: el sol, la lluvia, el
agua, el fuego, el mar, etcétera.
Amuzgos. (Oaxaca - Guerrero)
Al parecer cada
localidad amuzga tiene su manera de autonombrarse. Los Amuzgos de la localidad
de San Pedro Amuzgos se llaman a sí mismos Tzjon Noan que en su lengua
significa «pueblo de hilados, hilo suave o mecha».
Las lenguas
amuzgas derivan del tronco otomangue y también se les conoce con los nombres de
tzhonoa, tzoñ’an, tsañcue o nañcue.
Su territorio
abarca una superficie aproximada de 3 000 km, en municipios de la región
limítrofe, entre los estados de Guerrero y Oaxaca.
La población
amuzga se concentra en los municipios de San Pedro Amuzgos y Santa María
Ipalapa en Oaxaca y, Xochistlahuaca y Ometepec en Guerrero. En el XII Censo
General de Población y Vivienda (2000), se registraron 41 455 hablantes de
amuzgo a nivel nacional, la mayoría de ellos (34 601 hablantes) habitaba en el
estado de Guerrero.
Comparten un
territorio en donde conviven con triquis, mixtecos, chatinos, nahuas,
tlapanecos y mestizos, configurando una región interétnica. Los mestizos
residen en las comunidades amuzgas, donde son mayoría.
Chatinos. (Oaxaca).
Los chatinos se
llaman a sí mismos kitse cha’tnio. Los términos cha’tnio, cha’tña y tasa’jnya
son variantes usadas en distintas comunidades para designar a su propia lengua
que significa "palabra trabajosa", "palabra difícil" o
"trabajo de las palabras".
El territorio
chatino comprende tres zonas ecológicas: las tierras bajas tropicales con una
vegetación de selva y manglares, en donde predomina la ganadería y la
agricultura comercial; las tierras medias que van de los 800 a los 1,600 msnm,
pobladas por bosques caducifolios, en donde se asientan la mayoría de las
poblaciones chatinas y se cultiva el café y las tierras altas donde prevalecen
los bosques de pino-encino. Por las características del territorio, la región
chatina es una zona rica en recursos forestales, agrícolas y ganaderos, aunque
su explotación está en manos de población mestiza.
La agricultura
indígena es de temporal y además de la milpa dedican una pequeña porción del
territorio a la producción de café. Para complementar sus ingresos, los varones
migran temporalmente a las fincas del distrito de Juquila para el corte de café
o a la costa donde se emplean como jornaleros en las plantaciones agrícolas.
Sus autoridades
tradicionales están organizadas en un sistema de cargos con funciones civiles y
religiosas. La máxima autoridad es el consejo de ancianos que cuenta con la
mayor autoridad moral en el pueblo.
Entre sus
deidades destacan la Santa abuela, el Santo padre dios, la Santa madre tierra,
la Santa madre luna, los dioses del agua, del viento, de la lluvia, de la
montaña, las Santas ciénegas y el Santo fuego. Hay alrededor de 40 fiestas
patronales en la región, aunque la celebración regional más importante es en
honor a la Virgen de Juquila el 8 de diciembre.
Chinantecos. (Oaxaca).
Los chinantecos
se llaman a sí mismos tsa ju jmí, que significa "gente de palabra
antigua", aunque cada pueblo posee un apelativo propio que va precedido de
la palabra tsa, dsa o alla que significa gente.
Los
especialistas señalan que no existe una sola, sino varias lenguas chinantecas:
de Ojitlán, de Usila, de Quiotepec, de Yolox, de Sochiapan o Jaujami, de
Palantla, de Valle Nacional, de Lalana, Chinanteco de Latani y de Petlapa. Son
idiomas tonales que forman una familia derivada del tronco otomangue.
La Chinantla es
una región separada de las áreas vecinas por cadenas montañosas, ubicada dentro
de la cuenca del Río Papaloapan, sobre las laderas de la Sierra Madre Oriental,
y nutrida por un gran número de vías fluviales. Según sus características
ecológicas, se divide en dos subregiones: la alta y la baja. La primera forma
parte de la Sierra de Juárez, tiene clima templado y una vegetación de bosques
de pino-encino; la segunda se encuentra en la cuenca y su vegetación
corresponde casi por completo a la de una selva alta perennifolia.
Las mujeres
chinantecas conservan su indumentaria tradicional en Usila y Ojitlán. Ellas
tejen sus huipiles en donde plasman la historia de sus antepasados y los cubren
de símbolos y signos que reflejan sus costumbres, su cosmovisión y su relación
con la naturaleza. Debajo del huipil se lleva un cotín o medio fondo.
Las principales
fiestas que se celebran en la chinantla son la Semana Santa, Todos Santos y las
fiestas del santo patrono de cada uno de los pueblos.
Chochos / Popolocas Chochos. (Oaxaca).
Los chochos,
chocholtecas o chochones se llaman a sí mismos runixa ngiigua, que significa
«los que hablan el idioma». Habitan en el estado de Oaxaca, en una microrregión
formada por trece municipios del Distrito de Coixtlahuaca y cuatro de
Teposcolula.
Si bien el
chocho es una lengua de la familia popoloca del tronco otomangue, también es
conocida como chocholteca o chuchón, en algunos casos se le ha agrupado con el
popoloca tomándolas como una sola lengua, el chocho-popoloca, aunque algunos
lingüistas consideran que en realidad se trata de dos idiomas que corresponden
a dos grupos étnicos distintos que habitan en un territorio continuo.
Aunque el chocho
es un pueblo tradicionalmente agricultor, la pobreza y erosión de las tierras,
aunado a la escasez de las lluvias, ha hecho que la agricultura sea una
actividad económica secundaria.
Las actividades
económicas más importantes, por involucrar a un mayor número de artesanos, eran
la elaboración de cobijas (lanillas), gabanes (cotones) de lana y los sombreros
de palma.
La actividad
textil ha disminuido considerablemente, y aunque subsiste el tejido de
sombreros de palma y de fibra sintética, tiende a desaparecer debido a que
otros pueblos se han convertido también en tejedores de sombreros, saturándose
con ello la oferta en el mercado.
La organización
del trabajo comunitario es el tequio. Entre los chocholtecas se da un alto
nivel de cooperación para estas labores, así como también para las actividades
propuestas por las autoridades en beneficio de las comunidades.
Anteriormente la
mayoría de las viviendas eran de «cercos» en lugar de muros; éstos se
construían a base de quiotes, es decir, del tallo del maguey, de varas y de
carrizo. En la actualidad se ha incrementado la construcción con tabiques o
adobe. Los techos que antiguamente eran de pasto, palma o popote (tallo de trigo)
ahora son de losas de concreto. Los pisos, antes apisonados y a veces de
ladrillo, ahora también son de concreto.
Hasta mediados
del presente siglo aún predominaba entre la población el uso de prendas de
vestir elaboradas a base de manta de algodón: camisas y calzones, complementado
con huaraches. En el caso de las mujeres y niñas, la mayoría andaban descalzas.
En la actualidad, la mayor parte de los habitantes usa prendas de diferentes
tipos de telas y colores.
Chontales.
Desde tiempos
prehispánicos, a este grupo se le conoce con el nombre de chontales. El término
chontal proviene del náhuatl chontalli, que significa extranjero o extraño. En
la literatura antropológica se ha usado la denominación tequistlatecos para
diferenciarlos de los Chontales de Tabasco, quienes son un grupo mayense
culturalmente distinto a éste. Ellos se llaman a sí mismos slijuala xanuc’, que
al parecer significa «habitante de las montañas».
Las lenguas
chontales de Oaxaca, llamadas también f’ane, huamelulteco(a), tequistlateco(a),
lalhtaiqui o lalhtaiqui’ pertenecen a la familia tequistlateca del tronco
hokano, al que pertenecen muchos grupos de norteamérica.
Practican una
agricultura de temporal y para autoconsumo, con base en el cultivo de maíz,
frijol, calabaza, chícharo, chayote, papa y cebolla. En algunos casos también
siembran hortalizas y árboles frutales, así como maguey mezcalero, caña de
azúcar, chile y café. El mezcal elaborado a partir del maguey representa el
principal producto comercial.
Los hombres
jóvenes salen de enero a marzo a la pizca de café a Tehuantepec, Coatzacoalcos,
Orizaba y Oaxaca, para completar los ingresos de la economía familiar.
Los chontales
manufacturan sus propios utensilios para la cocina, principalmente de
alfarería; tejen palma, hacen escobas y mangos para instrumentos agrícolas; la
madera es utilizada para hacer diversos utensilios, casas y muebles para su
propio uso. Elaboran textiles en algodón y los tiñen con técnicas tradicionales
y materias primas naturales.
La casa chontal
es rectangular, mide entre 2 y 4 m de ancho por 4 a 6 de largo, con muros de
adobe o de carrizo de 2 m de altura, en algunos casos enjarrados con lodo. Los
postes están hechos con horcones de ocote, coatle o coachipilín; los techos de
dos aguas son de zacate, pino, tejamanil o teja, aunque en la actualidad es
común encontrar techos de láminas de asbesto, sobre un armazón de carrizo o
vara, amarrado con tiras de corteza de yaco o majagua; sólo algunos son de
cemento.
Los varones usan
camisa y calzón de manta blanca, sombrero de palma y huaraches. Las mujeres
usan generalmente blusa de percal y camisa blanca; las camisas y los huipiles
están bordados con figuras de animales o flores, en colores rojo y negro. Las
enaguas son de varios colores a rayas verticales blancas, de color o floreadas.
El rebozo forma un tocado en la cabeza y las cintas de colores distinguen a las
solteras.
También se ponen
collares, aretes y anillos de oro, de plata o de fantasía.
Cuicatecos. (Oaxaca).
La palabra
cuicateco es de origen nahua, proviene del verbo sustantivo cuicatl que
significa canto. Según algunas fuentes históricas, fueron los Mexicas quienes
denominaron Cuicatlán («lugar del canto») a la región que ocupaba este grupo,
debido a la afición de sus moradores por practicar esta actividad.
La lengua
cuicateca, llamada también dvacu, ndudu, nduudu yu o davaacu yeñ’e yu, deriva
de la familia mixteca, tronco otomangue.
Otra actividad
que complementa el ingreso familiar es la renta de los bosques para la
explotación forestal, además de la venta de artesanía textil y alfarería, así
como, de diversos objetos tejidos con carrizo e ixtle.
Huaves. (Oaxaca).
Los huaves son
también conocidos como mareños o huazantecos. El término huave fue acuñado por
los zapotecos para referirse a «la gente que se pudre en la humedad», aunque
los propios huaves muestran resistencia a identificarse con ese nombre, y en
cambio se autonombran mero ‘ikooc.
La lengua huave,
conocida también como mareño, mero ikood u ombeayeran, no tiene parentesco
lingüístico con algún otro idioma de mesoamérica. El grado de analfabetismo es
alto, presentándose en alrededor de un 40% de la población mayor de 15 años.
La región
comprende tres zonas bien diferenciadas: una de monte bajo, con algo de madera
aprovechable y posibilidades de caza; otra de sabana que permite el pastoreo y
la agricultura; y otra más, pantanosa, con abundantes salinas y manglares. El
territorio es árido y poco apto para la agricultura debido a lo arenoso del
suelo, que se inunda extensamente en épocas de lluvia. El clima es caluroso y
seco, con una temperatura media anual de 27.4° C.
La actividad
económica básica es la pesca, que se realiza en las lagunas que son ricas en
especies como la lisa, mojarra, robalo, bobo y trucha, además de moluscos como
camarón y ostión.
La agricultura y
ganadería son actividades secundarias. La naturaleza del terreno dificulta el
cultivo del maíz y su abastecimiento está a cargo de los comerciantes
zapotecos.
Antiguamente las
mujeres solían andar con el torso desnudo, mientras realizaban los quehaceres
dentro de la casa. En la actualidad usan amplias faldas de algodón que cubren
los pies generalmente descalzos. Sobre la falda, teñida casi siempre en azul o
rojo, se lleva un huipil corto y sin mangas, con diseños geométricos sobre el
pecho y cuello rectangular.
Los hombres, que
solían usar taparrabos y camisa de manta, se acoplan a las prendas occidentales
(camisa y pantalón), al sombrero de palma y los huaraches.
Ixcatecos. (Oaxaca).
El término
ixcateco es el gentilicio que aplicaron los antiguos nahuas al grupo indígena
que habitaba en una región que llamaron Ixcatlán, nombre que proviene de dos
voces: ixcatl, «algodón» y tlan, «lugar de»: lugar de algodón. La lengua
ixcateca pertenece al tronco otomangue, familia popoloca.
La práctica de
la agricultura ha pasado a un plano secundario por la baja productividad de sus
tierras, pues los suelos están conformados por una capa de tepetate y una
delgada capa de tierra fértil, y son muy propensos a la erosión. Los ixcatecos
cultivan maíz, trigo, cebada, frijol, calabaza y, ocasionalmente, haba.
Complementan sus
ingresos con la venta de puercos y aves de corral que crían en sus solares; es
preciso señalar que la migración temporal y definitiva en busca de fuentes de
trabajo, es cada vez más frecuente, particularmente hacia el estado de Veracruz
y los Estados Unidos.
La vivienda
tradicional es de forma rectangular, tiene paredes de tepetate o de quiote
sostenidas con troncos de palma, y techo de hojas de la misma planta. Hoy en
día hay una marcada tendencia a edificar las casas con ladrillo y techarlas con
lámina de asbesto o de zinc. Es muy común que existan dos anexos a la
habitación principal: un baño de temazcal construido con tepetate o varas de
quiote y una cueva, que es un lugar húmedo donde se almacena y se teje la
palma.
Mazatecos. (Oaxaca).
Los mazatecos se
autodenominan, ha shuta enima, que en su lengua quiere decir «los que
trabajamos el monte, humildes, gente de costumbre».
El mazateco, o
chota te ho, deriva de la familia popoloca del tronco otomangue. La lengua
mazateca es tonal y se caracteriza por sus numerosas variaciones locales en la
forma de hablarlo, a tal grado que prácticamente cada municipio tiene una
variante dialectal.
En los rituales
religiosos se utiliza el idioma mazateco, intercalado con algunas frases en
español; las misas católicas y los cultos protestantes se hacen en español.
Para los asuntos políticos y las transacciones comerciales se utilizan los dos
idiomas.
La vivienda
tradicional se construye con otates, madera, bambú y adobe en las paredes, con
techos de palma o de paja; sin embargo estos materiales hoy en día tienden a
ser sustituidos por ladrillo, cemento y láminas de asbesto o metálicas.
La pesca y la
agricultura son las actividades económicas más importantes. La agricultura de
autoconsumo cada día es más desplazada por la tecnificada de cultivos de caña
de azúcar y de café y por las actividades pecuarias para la producción de
carne. La actividad forestal, controlada por compañías papeleras desde hace
mucho tiempo, no aporta beneficios a la región. En las actividades productivas
se utilizan técnicas tradicionales, mezcladas con técnicas modernas en el caso
del cultivo del café y la pesca.
Sólo los
ancianos utilizan el vestido tradicional. Las mujeres utilizan un huipil con
listones y franjas multicolores entrelazadas, motivos bordados y encajes
blancos y que llega hasta las rodillas. Se complementa con una enagua o enredo
llamado coti y con coloridos collares y aretes.
Hombres y
mujeres usan huaraches de cuero o andan descalzos. Muy pocos hombres usan el
calzón y la camisa de manta, que identifican al atuendo tradicional.
Mixes. (Oaxaca).
Los mixes se
llaman a sí mismos ayuuk jä’äy. La lengua que hablan es ayuuk, o ayook que es
el nombre con que históricamente se conoce al grupo. La palabra ayuuk está
compuesta de los siguientes vocablos: a = idioma, palabra; yuuk = montaña,
florido; y jä’äy = gente, muchedumbre. Por lo tanto su significado es «gente de
idioma florido».
El mixe
pertenece a la familia mixe-zoque. Entre los ayuuk jä’äy existen variantes
dialectales intelegibles entre sí, sin embargo, cada pueblo considera que el
mixe que habla es el correcto.
En la región se
practica una agricultura de subsistencia. En las zonas altas y frías se siembra
papa, maíz, frijol y calabaza; en las zonas templadas y cálidas, maíz, frijol,
camote, caña de azúcar y chile; en la zona central y baja, se cosechan cítricos
y café. Este último producto es el de mayor comercialización.
Los hombres
visten a la usanza campesina: camisa de algodón o popelina, pantalón de dril y
sombrero de palma, calzan huaraches o botas de hule. En las zonas altas se
protegen del frío con gabanes de lana.
El atuendo de la
mujer es variable, de tal manera que puede indicarnos el lugar de su
procedencia. Cuatro trajes típicos son los correspondientes a Tamazulapam,
Mixistlán, Cotzocón y Guichicovi; cada uno con sus variantes, pero todos
constan de un huipil y enredo, que las propias mujeres confeccionan en telar de
cintura.
Mixtecos.
(Guerrero - Oaxaca - Puebla).
Los mixtecos se
autonombran ñuu savi, que significa en castellano «pueblo de la lluvia». Desde
el siglo XVI, con la llegada de los españoles a la región donde habitan, se le
conoce como la mixteca. La región ocupada por los mixtecos abarca parte de los
Estados de Oaxaca, Guerrero y Puebla.
La lengua
mixteca se deriva del tronco otomangue; junto con el cuicateco y el triqui
forma la familia mixteca. De acuerdo con los datos proporcionados por los
lingüistas, existen por lo menos cinco lenguas mixtecas: mixteco de la costa, o
tu’un sa’an va’a, tu’un ca’an va’a, tye’enli, o tsa ca’an va’a; mixteco de la
mixteca alta llamado también hñuu dabi, sain sau, hñuu davi, ñayuu sau, sañi
sau, nchivi savi, tunu’u o tu’u ca’a caji; mixteco de la mixteca baja o ñuu
sabi, ñuu savi, tacuate, tu’un davi, ñayiu dau, to’o nda’i o ca’a nda’i;
mixteco de la zona mazateca o ña ma ñuu y mixteco de Puebla.
En Oaxaca
existen aún casas de planta circular, sobre todo en la costa, aunque es más
común encontrar casas rectangulares de 4 x 6 m, usadas como dormitorios, con
una pieza más pequeña usada como cocina. La casa tradicional cuenta con una
sola puerta que abre hacia el solar, rara vez a la calle.
Los materiales
utilizados para su construcción pueden ser desde los troncos, tejamanil,
zacate, hojas de ocote y maguey, hasta los de reciente introducción como
láminas de asbesto o aluminio y en ocasiones, loza de concreto.
La agricultura
es la actividad económica básica; se cultivan superficies menores a las dos
hectàreas, generalmente de temporal, bastante erosionadas y poco propias para
cultivo.
La ganadería es
extensiva de especies menores (cabras y ovejas) e igualmente pobre. La minería
prácticamente está en receso, pues actualmente no se explotan los recursos
minerales que hay en la región. La explotación pesquera enfrenta problemas
legales; sin embargo se consumen especies a nivel local, cuya pesca se realiza
de forma rudimentaria.
La región
mixteca se caracteriza por una diversificada producción artesanal. Se
manufacturan pozahuancos, textiles de algodón y lana como servilletas, cobijas,
huipiles, morrales, ceñidores, camisas, cotones, rebozos y enredos de lana;
cestería de carrizo y de palma, muebles, velas, cerámicas de diversos barros
para distintos usos, talabartería y herrería.
Tacuates. (Oaxaca).
Hay diferentes
versiones sobre el origen y significado del término “tacuate”: para unos deriva
de la voz náhuatl «tlacoatl» que significa tierra de serpientes, pero como los
españoles no podían pronunciar bien lo transformaron a tacuate. También se dice
que en lengua mixteca ta- significa señor y coo- serpiente; se dice que es un
vocablo despectivo mediante el cual se referían a ellos los pueblos vecinos.
La familia
nuclear es la base de la sociedad tacuate, la pertenencia a la familia y al
grupo, son elementos indispensables en la vida cotidiana. Su vivienda original
está construida en forma redonda con troncos delgados y techos cónicos a base
de zacate.
Los tacuates,
como otros pueblos de mesoamérica han configurado una cultura compleja que se
nutre tanto de conocimientos de la antigua civilización, como de apropiaciones
e imposiciones culturales hispanas, por ejemplo mantienen el concepto de hombre
sabio «raja a tatan» o nagual, que más que un curandero, es un guía espiritual,
al mismo tiempo que mantienen sus autoridades religiosas, calendario festivo y
diversas formas de culto en torno a la iglesia católica.
Los tacuates
usan un atuendo vistoso, el de los hombres se caracteriza por dos largos
lienzos que conforman el cuerpo de la camisola y que se pliegan hacia la
cintura sujetados con una faja, formando una bolsa que recuerda a la del
tlacuache; las mujeres usan huipil; ambos trajes son bordados en algodón con
representaciones de pájaros, flores, jaguares, conejos, perros, alacranes y
figuras geométricas. Normalmente andan descalzos.
Triquis. (Oaxaca).
La denominación
triqui o trique es una deformación del vocablo driqui, de la lengua triqui,
compuesto por dri, derivado de dre: padre, y qui: grande o superior, es decir
«señor supremo», término con el que los indígenas designaban a sus superiores y
que los españoles generalizaron para denominar al grupo. Los triquis de Copala
se llaman a sí mismos tinujei que significa «hermano mío».
El idioma triqui
llamado también trique, drique, driqui, nanj n’n, tinujei, sii man, chuman’a, o
nanjni’i, pertenece a la familia mixteca del tronco otomangue y consta de cinco
tonos: agudo, alto, medio, que expresa la tesitura natural del hablante, bajo y
el tono grave.
Los triquis
cultivan maíz, frijol de enredadera, calabaza y otros productos. En la región
de Copala se introdujo a fines del siglo pasado el cultivo de café, que junto
con la caña de azúcar y el plátano se destinaron al comercio. En el trabajo
agrícola se utilizan herramientas como el arado de reja de madera o metal para
labrar la tierra, la coa con punta de hierro, el machete, el hacha y el
cuchillo.
Nua’ nugua’ aj,
«milpa de compañía», es una tradicional forma de solidaridad comunitaria de
cultivo de maíz, frijol de enredadera y calabaza. Consiste en que veinte o
treinta jefes de familia siembran mancomunadamente en sus parcelas, y la
ganancia de la venta de las cosechas se reparte equitativamente entre el grupo.
Esta organización para el trabajo aporta beneficios sociales, ya que mantiene y
fortalece la cohesión del grupo.
Los materiales
más usados para la vivienda son troncos o tejamanil para los muros; paja,
tejamanil o tallo de plátano (penca) para los techos. La única ventilación que
tiene es la puerta, hecha también de madera; el techo es de dos aguas y las
hendiduras de la paredes son recubiertas con barro, cal y estiércol. En la zona
triqui son muy pocas las viviendas que están hechas de ladrillo o de
mampostería.
El traje
tradicional de la mujer sólo es usado en los días festivos y cotidianamente por
las ancianas, consta de un huipil de algodón holgado y largo de franjas
horizontales y adornado con dos franjas anchas y verticales con motivos de
zigzag, amarillo o morado. Debajo llevan un enredo de manta color azul marino.
La indumentaria
peculiar de los hombres consta de calzón, camisa, ceñidor y sombrero de palma.
El calzón es de manta y se enrolla a la altura de la rodilla. La camisa es de
colores brillantes y bordada, con adornos en el cuello y en los puños.
En la cintura
llevan el ceñidor de colores, con los extremos colgando por delante.
Las mujeres
triquis son buenas artesanas en la confección de ropa en general. Tejen en
telar de cintura y en telar horizontal de cuatro estacas, también llamado
malacate.
Confeccionan
camisas, huipiles y fajas, tejen sombreros de palma y cestos, que destinan al
uso personal. No utilizan hilo elaborado en casa, como antaño, pues ahora usan
estambres y fibras sintéticas. Los huipiles son destinados a la venta en las
ciudades cercanas y en las de Oaxaca, Puebla y México.
Zapotecos. (Oaxaca).
Los zapotecos se
llaman a sí mismos binnizá (binni, gente; zá, nube: gente que proviene de las
nubes), bene xon, o ben’zaa, dependiendo de la región en que habiten.
Fueron los
mexicas quienes los denominaron zapotecatl, término que se deformó con la
presencia española en su territorio y derivó en zapotecos.
Existen varias
lenguas zapotecas que pertenecen a la familia chatina-zapoteca del tronco
otomangue: zapoteco de la sierra norte o serrano norteño, también conocido como
zapoteco de Ixtlán, de la Sierra de Juárez, de Villalta, Nexitzu, zapoteco
Vijano o Vijano; zapoteco del Rincón, yalalteco o Be’n gulall; zapoteco de los
Valles, zapoteco Vallista o diidzaj; zapoteco del Istmo, llamado también
zapoteco Istmeño, zapoteco Tehuano, Tehuano, Juchiteco, didxaza o tichazaa;
zapoteco sureño o diatu, dialu o diatse’e, Solteco y zapoteco de Cuixtla.
Los pueblos
están en su mayoría divididos en barrios. El patrón de asentamiento en la zona
serrana es disperso, generalmente es en la parte media o alta de los cerros
donde se asientan los pueblos, con excepción de los poblados grandes, cuya
calle principal está relativamente pavimentada, la mayor parte de los pueblos
presenta calles en las que prevalecen la piedra y la tierra apisonada.
La casa más
tradicional se construía de palma y adobe con piso de tierra. En las rancherías
y viviendas propiamente rurales, se sigue construyendo con palma. En los
pueblos y cabeceras municipales, las casas se construyen actualmente con paredes
de tabique, pisos de cemento y techos de concreto.
La tenencia de
la tierra es generalmente comunal. Cada unidad familiar posee pequeñas parcelas
de temporal, algunas de ellas muy erosionadas. El hombre siembra maíz
intercalado con frijol, calabaza, chile y café. Para complementar sus ingresos
los campesinos zapotecas crían aves de corral o realizan otras actividades como
la artesanal.
En la sierra
norte las prendas tradicionales que aún se siguen usando son, para la mujer,
rebozos de algodón y en menor medida de seda, así como blusas de algodón
bordadas; entre los hombres, algunos calzan huaraches de cuero y usan sombreros
de palma, que son desplazados cada vez más por los tenis y cachuchas. La
presencia del pantalón de manta es ya muy rara, predominando las telas
industriales. Destacan algunas comunidades por la belleza del vestido femenino:
en yalalag, distrito de villa alta, está compuesto por una blusa larga y un
enredo, un vistoso tocado, cintas colgadas en el pecho, rebozo y huaraches.
En otras comunidades
se usa un huipil o rache xagá y una falda de manta o rache zudé, de color
blanco sostenido con un ceñidor morado o rojo. En la cabeza llevan un rebozo
blanco o bé cuxó. En el rincón las prendas son un enredo oscuro y un huipil
floreado. En el istmo, las mujeres llevan blusas bellamente bordadas con
colores vivos y faldas largas circulares.
En la mayoría de
los poblados zapotecas cumplir con un nombramiento religioso o político es
parte de las obligaciones de los miembros de la comunidad. Desde temprana edad
los varones inician el desempeño de cargos religiosos o políticos: en la
iglesia como topilillos, en el municipio como topiles. La vinculación entre las
estructuras políticas y religiosas, permite a los individuos ejercer toda una
serie de cargos que los pueden conducir ya sea a la presidencia de la iglesia o
a la alcaldía municipal. Esto involucra a los ciudadanos en la organización de
variadas actividades, de las cuales la más importante es la mayordomía del
santo patrón.
En la actualidad
algunos zapotecas se han convertido a las sectas evangélicas provenientes de
misioneros norteamericanos, así existen testigos de Jehová, congregacionales,
adventistas del séptimo día, sabatistas, mormones y presbiterianos, entre
otros.
Zoques. (Chiapas - Oaxaca).
Los zoques,
tzoque, soque o zoc se llaman a sí mismos o’de püt que significa «gente de
idioma», «palabra de hombre» o, en otros términos, «verdadero, auténtico».
Los zoques son
campesinos minifundistas, productores de granos básicos, café, ganado y algunos
productos artesanales como alfarería y cestería. Constituyen también la
principal fuerza de trabajo para ganaderos y finqueros mestizos, así como para
algunas actividades del mercado laboral en ciudades regionales como
Villahermosa, Cancún, Coatzacoalcos y Tuxtla Gutiérrez.
La vivienda
tradicional con techo de zacate, paredes de bajareque y piso de tierra,
actualmente sólo se encuentra en las rancherías más alejadas, ya que ha sido
sustituida por construcciones de lámina, cemento, tabique y piedra. Las casas
cuentan con un patio o solar donde se cultiva gran variedad de frutales:
mangos, limones, naranjas, anonas, plátanos, flores y plantas de uso medicinal
y culinario.
Generalmente la
vivienda es de forma rectangular con una sola habitación, con un anexo más
pequeño que se usa como cocina.
En la actualidad
se ha perdido el uso del traje tradicional entre los hombres y mujeres zoques.
Sólo es posible encontrarlo en algunas mujeres ancianas; consiste en un huipil
blanco confeccionado a mano con tela de algodón y adornado con brocados, cuyos
motivos representan flores, pájaros y otros animales.
La población
viste normalmente prendas de fibras artificiales y guardan la indumentaria
tradicional para los días de fiesta.
En las
localidades de Tapalapa y Ocuilapa se elabora alfarería; en Ocotepec se hacen
las wacas (canastas de bejuco para lavar los granos de café y cacao), que
tienen larga tradición y se comercializan a través de la casa de las artesanías
de chiapas.
En las
comunidades chiapanecas existen tres grupos religiosos: los católicos, los
adventistas o protestantes y los que se reconocen como «costumbreros».
Existe un
rechazo y una falta de reconocimiento de unos a otros, lo que propicia
conflictos por la lucha de poder.
Otomíes. (Puebla - Hidalgo - Michoacán).
Los otomíes del
Valle del Mezquital, Hidalgo, se llaman a sí mismos hñä hñü, de hñä, hablar y
hñü, nariz, es decir, los que hablan la lengua nasal, aunque los otomíes de la
sierra oriental se refieren a sí mismos como n’hyühü.
Las lenguas
otomíes, también conocidas como hia hiu, hña’no, ñah ñu, ñuhu, ñ’ah ñu, jia jiu
o ra yuhu, se derivan del tronco otomangue, familia otopame. En el censo
general de población y vivienda (2000) se registraron 291 722 hablantes de
otomí a nivel nacional, concentrados principalmente en los estados de Hidalgo,
México, Quéretaro, Distrito Federal, Michoacán, Veracruz y Puebla.
Son un pueblo
agrícola cuya base nutricional es el maíz y el pulque, bebida fermentada que
obtienen de la planta de maguey. En algunos lugares además de la milpa,
producen ciertos cultivos comerciales como el trigo, la cebada, el cacahuate,
el café, el jitomate y el garbanzo.
La indumentaria
masculina se asemeja a la de los campesinos de la región. En el caso de las
mujeres, son las ancianas quienes suelen usar la blusa tradicional de manta con
bordados de colores en cuello y mangas. Encima de ésta llevan un quexquémitl o
en su defecto, un rebozo.
Popolocas. (Puebla).
El gentilicio
popoloca era utilizado por los aztecas para referirse a los pueblos que hablan
lenguas ajenas al tronco nahua. Este término se aplicaba a los extraños y
extranjeros, y se utilizaba en un sentido peyorativo de bárbaro, tartamudo y
poco inteligente.
El popoloca es
una lengua tonal que forma parte del tronco otomangue, familia popoloca. Una
misma palabra puede tener diversos significados, según el tono con el cual se
pronuncia.
Algunos
lingüistas mencionan la existencia de cuatro tonos, y otros, la de tres. Por
todo lo anterior su escritura y su aprendizaje resultan sumamente difíciles.
Existen tres variantes de esta lengua, muy diferentes entre sí, lo que
dificulta el entendimiento entre los popolocas de las tres zonas en las que
éstos se ubican.
El sistema
predominante de tenencia de la tierra es la propiedad privada, aunque también
existe la comunal y la ejidal. La actividad económica fundamental es la
agricultura. El maíz es el principal cultivo, sin embargo, debido a lo reducido
de la parcela y a la mala calidad de los suelos, la producción es insuficiente,
lo que obliga a la población indígena a comprar una parte del que consume a los
comerciantes de los pueblos vecinos.
Tepehuas. (Veracruz - Hidalgo - Puebla).
La lengua
tepehua, junto con el totonaco forman la familia totonaca-tepehua. La palabra
tepehua es de origen náhuatl, su significado literal es «cerro-dueño».
No obstante, el
grupo se llama a sí mismo kitndnkanma-kalkaman «nosotros somos de idioma
tepehua» o bien hamaispini, «dueños del cerro». El primer gentilicio es de uso
común en Pisaflores, municipio de Ixhuatlán de Madero, Veracruz, mientras que
el segundo se menciona con más frecuencia en Chintipan, comunidad del municipio
de Tlachichilco.
Los tepehuas
practican la agricultura de roza, tumba y quema; debido a la falta de tierras,
casi ya no practican la rotación de suelos. Los cultivos más importantes para
el sustento son maíz, frijol, haba y quelites; la caña de azúcar y el café se
cultivan para la venta.
Las casas son
amplias y con techos de cuatro aguas. Lo habitual es construir varios recintos
con distinta función cada uno. Por ejemplo, una familia puede disponer de
cuatro inmuebles: en uno se encuentra la cocina y el lugar que sirve para comer
y dormir, otro está destinado a hacer el pan, el tercero a guardar el maíz y
otro más para guardar la ropa.
Alrededor de las
casas se encuentra el chiquero y el corral.
Los tepehuas
presentan una notable afinidad cultural con los nahuas, totonacos y otomíes que
habitan en la región, pues se desenvuelven en el mismo ambiente y las
evidencias parecen indicar que tal ha sido la situación desde tiempos
prehispánicos. A pesar de que cada pueblo conserva su propio idioma, se
mantiene con mucha pureza una tradición común, sobre todo en lo que se refiere
a la indumentaria, las danzas y la fabricación y uso de papel amate. Incluso,
en los mercados locales es común que se reúnan indígenas pertenecientes a
diferentes grupos, como en el caso del mercado de Xicotepec de Juárez, Puebla,
donde comercian totonacos, tepehuas y nahuas.
Totonacas. (Veracruz - Puebla).
El vocablo totonaca
se compone de los términos tu’tu o a’ktu’tu, que se refiere al número tres y
nacu’ que significa «corazón».
Los totonacas
emplean este término en el sentido de que Cempoala, Tajín y Castillo de Teayo
son los tres centros representativos del grupo, los tres centros o tres
corazones de su cultura.
El idioma
totonaca y el tepehua pertenecen a la familia totonaca-tepehua. La lengua
totonaca también es conocida
Los totonacas
son agricultores. Producen maíz, frijol y calabaza para el autoconsumo, y café
para la venta. En la planicie también siembran vainilla, caña de azúcar,
tabaco, algodón y cacao, cultivos comerciales que les proporcionan ingresos
monetarios.
Los totonacas
fabrican productos artesanales para uso familiar o ceremonial como cestos,
vasijas, juguetes, incensarios de barro, máscaras de madera y ornamentos de
palma. Las mujeres utilizan el telar de cintura para confeccionar prendas de su
vestimenta tradicional y algunos otros productos comerciales como servilletas,
manteles y toallas.
La indumentaria
femenina se compone de camisa bordada en punto de cruz y punto pasado, enredo,
faja y quexquémitl.
La vestimenta
masculina se compone de camisa con cuello cuadrado y bata ancha, calzón, faja,
pañuelo y morral. En los pueblos de la sierra se usan los huaraches; los
papantecos usan botines y un pañuelo de algodón enrollado al cuello o en la
bolsa de la camisa.
Con la apertura
de carreteras en la zona en la década de los 50, los totonacos se desplazaron a
las ciudades cercanas en busca de trabajo asalariado.
Pames. (Querétaro - San Luis Potosí).
Los pames se
llaman a sí mismos xi’ui que significa «indígena», este término se utiliza para
referirse a toda persona descendiente de no mestiza.
Algunos
especialistas consideran que existen por lo menos dos lenguas pames: el pame
del norte y el del sur. Estas forman parte del tronco lingüístico otomangue,
familia otopame. El pame del norte también es conocido como xi yui, xi’ yui,
xi’oi, xigue o xiuch, en tanto que, en Hidalgo, el pame del sur es llamado meco.
Cada individuo
que forma una nueva familia construye su vivienda ayudado por sus familiares y
amigos; la construcción de la vivienda es un asunto exclusivamente masculino.
La casa habitación tradicional es un jacal de planta cuadrada o rectangular, a
veces con uno o dos lados redondeados, las paredes son de una hilera de varilla
de madera o dos hileras que contienen piedras, en ocasiones las paredes se
enjarran con lodo. También son comunes las paredes de tablones o de adobes. Los
techos por lo general son de «dos aguas» cubiertos de palma, aunque cada vez
son más comunes los techos de lámina galvanizada.
En el aspecto de
indumentaria, los xi’ui no se distinguen de la población mestiza, dado que
siguen el patrón común de la población rural regional.
Con las fibras
de la palma las mujeres hacen chiquihuites, petates y venteadores; también
elaboran piezas de alfarería como son comales, cántaros y otros enseres de
cocina.
Los hombres
xi’ui elaboran canastos y colotes de carrizo, además de fabricar en madera una
serie de implementos necesarios para las labores agrícolas y el menaje
doméstico, de este mismo material también fabrican máscaras. La producción
artesanal se dedica tanto al autoconsumo como al mercado.
Huastecos. (San Luis Potosí).
Los huastecos se
llaman a sí mismos teenek, que deriva de la contracción te’inik de te’, “aquí”,
e inik “hombre”, significa literalmente “los hombres de aquí"; su lengua,
conocida también como tenek o teenek, deriva del tronco maya y es el único
idioma de esta familia, separado geográficamente del territorio ocupado por los
hablantes de otras lenguas mayenses.
Son un pueblo
agricultor, que además del maíz y frijol produce algunos cultivos comerciales
como la caña de azúcar, el café en pequeña escala, el ajonjolí, el arroz y el
cacahuate y frutales como la naranja, el plátano, la piña y el mango.
Su economía se
complementa con el trabajo asalariado de los jóvenes que migran temporalmente a
los centros urbanos y a las regiones productoras de caña u hortalizas de La
Huasteca.
Las comunidades
huastecas cuentan con una jerarquía de cargos que constituyen el gobierno
comunal y a cuya cabeza se encuentra un consejo de ancianos conocido como los
"principales", quienes son consultados en los asuntos más importantes
de orden colectivo.
Las mujeres
huastecas mantienen su indumentaria tradicional que consiste en un enredo de
tela negra de percal o sintética, amarrado a la cintura con una faja y una
blusa de corte cerrado. Encima llevan el dhayem (o quexchémitl en náhuatl) con
bordados de cruces simbolizando los puntos cardinales, árboles de la vida,
animales y flores. El tocado o petob es un arreglo del cabello trenzado en
círculo alrededor de la cabeza con estambres de colores. Aunque muchas jóvenes
actualmente visten a la manera de las campesinas mestizas, usan su vestido
tradicional en los días de fiesta.
A mediados de la
década de los 70 la fuerte presión sobre la tierra en la región huasteca generó
un gran movimiento social de solicitantes de tierra en donde ocuparon un lugar
destacado las comunidades teenek. El movimiento logró la expropiación de
grandes latifundios de la región.
Mayos. (Sinaloa - Sonora).
Según la
tradición oral del grupo, la palabra mayo significa «la gente de la ribera».
Los mayos se reconocen a sí mismos como yoremes, «el pueblo que respeta la
tradición»; en contraposición, al hombre blanco le llaman yori, «el que no
respeta».
La lengua
hablada por los mayos, al igual que los yaquis, es el cahita, también conocida
como mayo o yoreme. Esta lengua pertenece a la familia taracahita del tronco
yuto-nahua y está emparentada con el tarahumara y guarijío. Algunos lingüistas
piensan que el mayo en realidad es una lengua distinta a la yaqui y no sólo se
trata de variantes de una misma lengua.
La lengua
dominante en la región es el español. Los índices de monolingüismo en este
grupo son reducidos, registrándose generalmente entre los ancianos y los niños
pequeños.
La vivienda se
construye con diversos materiales que proporciona el medio ambiente, las hay a
base de carrizo, corazón de pitahaya o sahuaro enjarrado de adobe.
En algunas casas
se utiliza techo con estructura de madera y carrizo con emplastes de tierra, de
adobe enjarrado y encalado para evitar el salitre. Normalmente cada hogar
cuenta con una enramada hecha de postes de mezquite y techada con carrizo, tule
o palma de acuerdo con la región.
Los rasgos de
vestimenta tradicional mayo son prácticamente inexistentes. Sólo las antiguas
referencias los describen con algunas pieles y telas rudimentarias y
posteriormente, en el periodo revolucionario, con vestimenta de manta en
hombres y mujeres. Actualmente, es común entre hombres y mujeres el uso de
telas como la mezclilla y zapatos de corte moderno. En la vida ceremonial se
conservan algunos elementos, sobre todo en el vestuario de los danzantes de
pascola y venado y en algunos objetos de carácter emblemático utilizados en las
ceremonias rituales.
Dentro de su
vida social juegan un papel muy importante los centros ceremoniales, en donde
se congregan los integrantes de diversas comunidades aledañas para la
organización de sus fiestas tradicionales.
Seris. (Sonora).
Los seris se
llaman a sí mismos konkaak, que significa en su lengua «la gente», también son
conocidos como konkauk, comcaac o salineros. El término seri, en cambio, proviene
de la lengua yaqui que significa «hombres de la arena».
Hoy la mayoría
de la población es bilingüe y en algunos casos trilingüe (seri, español e
inglés). La población seri mantiene su lengua con gran vitalidad, no adoptan
términos en español para designar los nuevos elementos culturales que se han
agregado a su vida, sino que crean nuevos términos en seri.
La agricultura
ha sido hasta ahora imposible y aun la ganadería se ha topado con dificultades.
Así, la principal fuente de aprovechamiento siguen siendo los casi 100 kms. De
litoral que poseen para su uso exclusivo, de donde obtienen almeja, mejillón,
ostión, caracol, camarón, langosta, cazón, tiburón, atún, sierra, curvina,
anchoveta, arenque de rabo, baqueta, lenguado, lisa, mero y caguama.
El trabajo
artesanal consiste actualmente en el tallado en madera de palo fierro, con el
que se producen figuras zoomorfas, el tejido de coritas (canastos) de
diferentes tamaños y la elaboración de collares de caracoles, conchas,
vértebras de víbora de cascabel y de pescado, semillas y últimamente también
chaquira.
Su cosmovisión,
sus ritos y otras manifestaciones culturales están fuertemente impregnadas de
su antigua condición nómada, y se encuentran vinculadas con la naturaleza. Sus
principales fiestas siguen siendo las de la pubertad, la llegada de la caguama
de los siete filos, los ritos de muerte y los asociados con el inicio del año
nuevo y el término de la elaboración de las coritas.
Para sus
ceremonias emplean zumbadores de madera, sonajas de hojalata, percutores hechos
con jícaras invertidas y sostenidas sobre agua y el omichihuatli que es un
raspador o palo estriado que se raspa con otro para que suene sobre la vasija
invertida. Los konkaak se han caracterizado por su resistencia a perder su
identidad, su territorio y su autonomía.
Una de sus
luchas más importantes es por la conservación de su territorio y lugares
sagrados.
Pápagos. (Sonora).
Durante la época
colonial se les llamó «pimas altos», pero a partir del siglo XIX se les
denominó pápagos, término que significa «comedores de frijol» o «pimas
frijoleros»; se les aplicó este nombre porque su siembra principal era el
frijol.
Ellos se
reconocen a sí mismos con el término tohono o’otham, que quiere decir «gente
del desierto».
Según varios
estudios lingüísticos, la lengua pápago, también conocida como pima alto,
himeri o tono-ooh’tam se clasifica dentro de la familia pimana (también llamada
tepimana) del tronco yuto-nahua. Tiene relación cercana con la lengua pima y la
tepehuana.
En México son
los adultos, generalmente los ancianos, quienes utilizan más el pápago en sus
conversaciones. Entre los tohono o’otham de Estados Unidos hay un número
elevado de bilingües que hablan inglés y el idioma vernáculo. Algunos o’otham
de ambos países que viven cerca de la frontera hablan pápago, español e inglés.
Actualmente la
ganadería es parte fundamental de la economía de los pápagos del lado
norteamericano; un pequeño y selecto grupo de familias controla grandes manadas
que se destinan a la venta; otras que son la mayoría, apenas cuentan con unas
pocas cabezas que sólo venden en casos de extrema necesidad. Debido a la
adversidad del clima, la escasez de agua, lo inhóspito del suelo y la invasión
del ganado, muchos pápagos se han visto obligados a emigrar para emplearse en
las zonas de agricultura tecnificada en el Estado de Sonora, o bien a Estados
Unidos como jornaleros.
En México los
pápagos viven en pequeñas rancherías. La vivienda tradicional es de planta
cuadrangular, tiene muros de adobe, bajareque o piedras amalgamadas con barro;
techos de paja o de carrizo y argamaza, que son planos con cierto declive; los
pisos son de tierra apisonada. Algunas habitaciones tienen ventanas, en ellas
hay cajones y roperos de madera, camas de madera o de metal o tapexcos (catres).
Más que por la
ropa, los antiguos pápagos se distinguían por las elaboradas decoraciones de
pintura facial que usaban como protección ante el inclemente sol del desierto y
como un medio de simbolizar el estatus y las condiciones del individuo.
Actualmente en
su mayoría los o’otham usan ropa elaborada industrialmente.
Las artesanías
de los pápagos son figuras de madera tallada, piezas de alfarería y cestas. Su
alfarería es rústica; la hechura de los recipientes incluye la recolección de
la materia prima en los bancos de barro, el cual filtran y mezclan con arena
muy fina y estiércol seco de vaca; cuecen las piezas en un horno con palos de
choya y estiércol. Sus mejores y más finas piezas artesanales son las de
cestería. Las «coritas», cestas y bandejas, de palmillo y torote (plantas del
desierto que las mujeres colectan, preparan y tejen) alcanzan elevados precios
en Estados Unidos. En los diseños y decorados de las coritas plasman símbolos
de una estética relacionada con su pensamiento mítico. La cestería es un
quehacer femenino que involucra a mujeres de las reservaciones de Arizona y es
una importante fuente de ingresos. En cambio, en México la fabricación de
coritas ha desaparecido prácticamente entre ellos.
Su religión gira
en torno al culto del «hermano mayor», deidad que controla la naturaleza,
aunque han aceptado algunos aspectos de la religión católica, con un santo
patrono en cada pueblo y celebran algunas fiestas cristianas.
Yaquis. (Sonora).
Los yaquis se
nombran a sí mismos yoremes, palabra que significa hombre o persona. El término
yori es utilizado para designar al hombre blanco. Los yaquis hablan la lengua
cahita, yaqui, o yoreme, la cual pertenece a la familia taracahita, del tronco
yuto-nahua.
La actividad
fundamental de la economía yaqui es la agricultura de trigo y algodón con fines
comerciales. Con la modernización de la explotación agrícola en la región, los
yaquis se emplearon en un primer momento como jornaleros de propietarios
privados o de instituciones crediticias oficiales. Desde 1935, año en que se
formó la comisión de irrigación de el yaqui, que limpió el canal, han luchado
porque sus tierras puedan recibir el agua de riego.
La ganadería ha
pasado a ser una de las mejores posibilidades de la economía yaqui. Actualmente
el ganado dispone de un área de pastizal de por lo menos 15 mil has., y existen
una docena de sociedades ganaderas en la sierra.
Otras
actividades remuneradas y complementarias son el corte de madera de mezquite y
carrizo que son permitidas con el permiso de las autoridades tradicionales. Hay
una mina de carbón, pero su explotación es mínima. En las costas yaquis se
trabajan las grandes salinas.
Predomina el
tipo de vivienda tradicional, que se compone de una o dos piezas que varían su
función de acuerdo con la temporada del año. En verano los cuartos permanecen
como bodegas y se duerme en catres bajo la enramada (cobertizo hecho de ramas);
ahí se ubica la cocina que cuenta con un fogón, la mesa y estufa de gas;
durante el invierno los cuartos se convierten en dormitorios.
El material
predominante para su construcción es el carrizo y el mezquite enjarrado con
barro tanto en muros como en techos, dejando uno de los muros sin enjarrar con
el fin de lograr una ventilación adecuada. La estructura es de horcones de
mezquite plantados en el suelo, y ramas verticales y horizontales de éste árbol
sujetas con lazos. La mayoría de las casas yaquis tienen un patio adyacente
para diferentes actividades como la cría de animales, preparación de carne
seca, cultivo de frutales y hortalizas y el entretenimiento de los niños.
Para el varón,
la indumentaria se compone de pantalón de corte vaquero y camisa a cuadros de
colores vivos con paliacate al cuello. El sombrero es imprescindible.
El calzado común
es el huarache de tres puntas con plantilla de cuero y correa trenzada, y entre
los jóvenes o los de mayor capacidad económica, las botas vaqueras. Las mujeres
y niñas llevan una falda plisada de algodón o satín de colores vivos con encaje
blanco en el borde, blusa combinada y rebozo sobre los hombros o sobre el
cabello trenzado.
Calzan sandalias
o huaraches y usan aretes, collares y pulseras de oro, chaquira o fantasía.
Los danzantes
elaboran las máscaras que utilizan en sus danzas, collares de conchas y piedras
marinas y cinturones con pezuñas de venado. Los músicos fabrican sus tambores y
flautas. Algunas familias manufacturan petates, canastas y coronas de carrizo;
también se elaboran platos y tazas de barro que utilizan para las fiestas y
después destruyen.
También
confeccionan faldillas, blusas, manteles, servilletas y mantos.
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